Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




Regreso al comienzo




Gracias por
firmar el libro
de visitas




Artículo
anterior






Foro




Libros




CHAT ROOM
Tema Libre

Domingo 3 de julio del 2005


EL RESENTIMIENTO SOCIAL HECHO POLITICA

Por Hernán Maldonado

Hubo una época en que la gente estaba dispuesta a matar y hacerse matar por sus ideales. Ocurrió desde la Patagonia hasta al Río Bravo. Las causas eran internas y externas. Los agentes endógenos y exógenos.

Eran los tiempos en los que nuestros países, quiéranlo o no, eran fichas de ajedrez de la Guerra Fría, unos simples proveedores de materias primas.

Las gentes se alineaban detrás de las izquierdas o las derechas, casi siempre detrás de un caudillo que les prometia un mañana mejor.

En el caso boliviano nadie mejor que Oscar Unzaga de la Vega como ejemplo del líder que solía comprometer al lado suyo a gentes de la más diversa intelectualidad y clase social capaces de luchar por sus ideales hasta el sacrificio de la vida misma. El mismo murió en su ley.

Lo fueron los tupamaros uruguayos, los "erepetistas" y montoneros argentinos, el MIR chileno, los "elenos" de los años 70, todos ellos con sus contrapartes militares devotos de la doctrina de la "Seguridad Nacional" y de "Tradición, Familia y Libertad" o de las infames AAA.

A la caída del muro de Berlín y la desmembración de la Unión Soviética, surgió el neoizquierdismo, ya no abrazado a la teoria marxista ortodoxa que hacía del proletariado la quimérica vanguardia de la revolución mundial, sino del excluido, el pataenelsuelo, el pobre, el desarrapado, el sintierra, el piquetero, el desheredado.

Ese ejército de miserables empezó a organizarse, además, en grupos de presión con la bendición y el generoso aporte de ONG's europeas, esa "izquierda rosa" cuyos líderes son campeones para alebrestar fuera de sus fronteras.

A falta de ideología, lo que predican estos líderes neoizquierdistas es una amalgama de planteamientos que suenan como música celestial a los oídos de los pobres, pero que a los fines prácticos son pura demagogia y un engaño colosal.

Ahí está por ejemplo lo ocurrido el pasado fin de semana en Venezuela donde 500 hombres de negocios de ese país y Estados Unidos firmaron acuerdos prototípicos del más galopante "capitalismo salvaje", con la bendición del presidente Hugo Chávez, paradójicamente su más conspicuo impugnador.

Algo parecido ocurre en Bolivia donde el líder cocalero Evo Morales incansablemente vocifera contra el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pero que sin embargo propugna el libre comercio de la hoja de coca.

El neoizquierdismo, sin base ideológica, trata de atizar el resentimiento social. Busca simplificar la lucha entre los que tienen y los que no tienen. Se parte a priori del simplismo del que tiene es porque se lo robó al que no tiene.

Y en esa monserga lleva la voz cantante Chávez con su perorata cotidiana contra los ricos, los burgueses, como si él no encabezara ahora mismo una de las oligarquías plutocráticas más grandes que haya conocido Venezuela.

Desde la tribuna callejera enardece a sus huestes golpeándose la palma de la mano derecha con su puño izquierdo cuando alude a la forma cómo va a acabar con los ricos y con el imperio.

Eso le ha dado carta blanca al presidente del Instituto Nacional de Tierras, Eliecer Otaiza, quien está empeñado en que los venezolanos "aprendan a odiar a los estadounidenses porque así será más fácil matarlos". Y es que el régimen, para ocultar su incapacidad gubernamental, distrae a su audiencia con la eventual guerra asimétrica contra Estados Unidos.

A propósito. Otaiza convalece en un hospital tras un aparatoso accidente de tránsito que hace una semana le costó la vida a una joven abogado que le servía de acompañante en su motocicleta en una noche de desenfreno. Nadie levantó diligencias de policía judicial, no hubo informe forense, esas "estupideces leguleyescas" buenas sólo para los opositores.

¡Ah! Y no sólo eso. La misma semana la siembra del odio segó la vida de tres universitarios, alumnos de la muy burguesa Universidad Santa María. Un grupo de seis iba en un vehículo cuando a las 11 de la noche, en una solitaria urbanización, se le interpuso en su camino un encapuchado armado.

El joven universitario creyó ser víctima potencial de un atraco y aceleró. El encapuchado no estaba solo. 25 de sus compañeros, todos de la Dirección de Inteligencia Militar, los cocieron a balazos.

Los facinerosos se aprestaban a "sembrar" armas a los muchachos cuando intervinieron los vecinos. No se pudo ocultar el alevoso asesinato al punto que el régimen no ha tenido más remedio que arrestar a sus pistoleros. Claro. A no ser por aquellos valientes, esta pequeña cosecha del odio también hubiera pasado bajo la mesa.





!-- Piwik -->