Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Martes 14 de noviembre del 2000


LA ACEPTACION A LA INVITACION

Por Hernán Maldonado


Jaime Paz Zamora
El ex presidente Jaime Paz Zamora se escapó de un juicio de responsabilidades que quizás habría acabado con su carrera política en 1993, tras admitir que en su administración pudo haber cometido “errores, pero no delitos” y en prueba de buena fe, decidió alejarse de la política, apenas meses después de acabar su periodo constitucional.

Lo de los “errores, pero no delitos” ya ha entrado en el anecdotario nacional, junto con otra media docena de ingeniosas frases inventadas por el jefe del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y su entorno para escabullirse del juicio público o para tratar de marear la perdiz.

El astuto Paz Zamora, tras un “año sabático” regresó muy campante a la política, no sólo porque el MIR hacía agua por los cuatro costados por falta de liderazgo, sino porque su segundo hombre en la jerarquía, Oscar Eid, fue encarcelado, juzgado y sentenciado por sus vínculos con el narcotraficante Isaac “Oso” Chavarría.

Cuando el ex presidente recompuso su partido y se aprestaba a participar otra vez como candidato presidencial en las elecciones de 1997, una mañana se despertó con la noticia de que Estados Unidos le había quitado la visa. Entonces la picardía criolla acuñó una nueva palabra para los miristas de este tipo. Eran los “desvisados”.

De pronto la importancia de tener visa para Estados Unidos cobró una importancia fenomenal. Hasta el inefable líder de la Unión Cívica Solidaridad, Johnny Fernández, realizó un rápido viaje a Dysnelandia sólo para comprobar que no estaba entre los “desvisados”. No otra cosa significan sus declaraciones al regreso jactándose de que había podido “viajar a Miami sin problemas”.

El que un país le entregue a una persona una visa o se la niegue, es una cuestión de absoluta soberanía del país otorgante y no hay ninguna apelación contra esto. Sin embargo, el problema con el “desvisado” estadounidense a un puñado de dirigentes políticos bolivianos, entre ellos el ex presidente, es que tuvo un cariz peculiar porque tuvo una connotación de sanción.

Por eso la bronca de Paz Zamora. Se le hizo aparecer como un indeseable incapaz de beneficiarse de una visa estadounidense. Jamás se le dieron razones, ni se la darán. En pocas palabras, se le juzgó y se le condenó sin escucharle, sin darle ninguna posibilidad de defensa. Esa la impresión que dejó el “desvisaje”.

Carlos Saavedra, otro alto dirigente del MIR y actual ministro, le dolió tanto ser “desvisado” que contrató a una oficina de abogados en Washington. Y cuando hace dos años se le avisó que se le había devuelto la visa, parecía un niño con un juguete nuevo. Si uno se atiene a sus declaraciones a la televisión, poco faltó para que organizara una fiesta de celebración.

Saavedra, el pasado 4 de julio “reestrenó” su visa acudiendo a la fiesta que dio la embajada con motivo del Día Nacional estadounidense. Fue allí inclusive pasando por alto las cuasi humillantes condiciones que acostumbraba “sugerir” la embajadora Donna Hrinak a sus invitados. Para la ocasión los huéspedes debieron acudir como beisbolistas, un deporte que contadas personas practican en Bolivia.

Hrinak se fue de embajadora a Venezuela y su sucesor, Manuel Rocha en lo que muchos interpretan como un prolegómeno a la devolución de la visa a Paz Zamora, acaba de invitarlo a observar -- ni siquiera en la sede de la embajada, sino en el Centro Boliviano Americano -- el desarrollo de los comicios norteamericanos.

Paz Zamora, ni corto ni perezoso aceptó el convite y su asistencia al acto ha sido la comidilla de la semana. Por supuesto los miristas lo interpretan como un deshielo en las tensas relaciones de su partido con la embajada. Piensan que de ese acto a la devolución de la visa no hay más que un paso.

Rocha, más político que la irascible y deslenguada Hrinak, no ha abierto la boca. Por eso la montaña de comentarios que siguen a la invitación.

Paz Zamora tampoco ha dicho nada. Quizás todavía se pregunta cuál fue el motivo de su “desvisado”. ¿Los norteamericanos le habrán cobrado ya los desplantes que como presidente tuvo con los embajadores de Washington? ¿Se habrán olvidado de su terquedad de nombrar a ministros y funcionarios que eran señalados por la embajada de tener vínculos con el narcotráfico? ¿Habrá quedado en la anécdota su empeño de pasearse por el mundo con una hoja de coca en la solapa?

Quizás pronto sabremos las respuestas. Sin embargo, el ex presidente creo que ha hecho muy mal en aceptar la reciente invitación. Fue como aceptar el castigo que se le impuso sin haber sido jamás juzgado. Eso es denigrante para cualquier hombre que se respete y mucho más para alguien que ha ostentado el primer cargo público del país.

Peor aún, asistentes al convite del martes pasado revelaron que en un intervalo de la reunión el embajador Rocha invitó a un recinto especial a un grupo de personalidades, pero no a Paz Zamora. Quizás por esto el columnista de La Razón, Agustín Echarlar Ascarrunz escribió el sábado: “Está bien eso de aprender a hacer venias, pero no se necesita llegar con los labios a los pies del anfitrión”.





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