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Domingo 8 de febrero del 2015


DE LOS AÑOS DE PLOMO AL POPULISMO AUTORITARIO

Por Hernán Maldonado

El padre José Gramunt de Moragas me ha regalado el privilegio de disfrutar de la versión electrónica de su nuevo libro: De los años de plomo al populismo autoritario. Un emocionante repaso de resaltantes hechos producidos en Bolivia en los últimos 55 años.

En casi 250 páginas, el amigo y maestro jesuita plasma en blanco y negro recuerdos que forman parte de la Historia de Bolivia. Cede generosamente muchas de sus páginas a quienes lo ayudaron en la creación de la Agencia de Noticias Fides, cuya particular historia, por tanto, no está ausente en el contenido.

Largos pasajes están dedicados a recordar los tiempos de la guerrilla de Ernesto Che Guevara y su cobertura para ANF, para Radio Fides y el desaparecido diario Presencia, a cargo de José Luis Alcázar, el primer periodista que escribió un libro sobre su experiencia profesional en esa aventura del sudeste boliviano.

No menos importante es el aporte de Juan Carlos Salazar, el corresponsal de ANF, Fides y la dpa alemana que pasó largos meses durante el juicio en Camiri a los hombres del Che, entre ellos el argentino Ciro Bustos y el francés Regis Debray. Riquísima su rememoración de cómo ANF y Fides dieron la primicia del fallo del tribunal militar.

No podían faltar los amargos recuerdos de cuando, a plomo límpio, las huestes del "Mosca" Monroy al servicio de los golpistas de 1970 penetraron en las oficinas, amenazaron con fusilar a sus empleados y periodistas en busca de su director, por ese entonces el padre Eduardo Pérez Iribarne quien debió asilarse. La emisora fue clausurada por 18 meses y el viejo "Reloj del Abuelo" se quedó paralizado por un balazo en aquella fatídica hora en que detuvo su andar.

Largos capítulos están dedicados a otros hechos históricos en un magnífico compendio como para no ser olvidados. Figuran los testimonios del ahora general Gary Prado Salmón, quién capturó al Ché y con quién fue el último que dialogó. Los detalles de la mortal emboscada de Masicurí que marcó el principio del fin de la guerrilla guevarista.

Varios de los más recientes artículos de Gramunt figuran en el libro, como la indeclinable defensa que hizo del ex presidente del Servicio Nacional de Caminos, José Maria Bakovic. Fiel a su apego a la verdad, no tiene empacho en transcribir lo que escribió en su descargo Patricia Ballivián, sucesora de aquél. Estos capítulos forman parte de un cúmulo dedicados al populismo gobernante en Bolivia.

Impactante es el testimonio de Gramunt sobre la forma como conoció y cenó con Mónica Ertl, la joven germano-boliviana que en 1971 asesinó en su despacho al cónsul de Bolivia en Hamburgo, el coronel Roberto Quintanilla, a quien se señalaba como uno de los verdugos de la guerrilla guevarista.

Gramunt conoció al padre de Mónica, Hans Ertl, un ex fotógrafo del ejército nazi afincado en Bolivia desde los años 50, durante una recepción en la embajada de Alemania en La Paz. Poco después Mónica organizó una cena para sus amigos y conocidos en su residencia cercana a la Plaza España.

Gramunt conoció a Mónica recomendado por su amigo Jean Peter Schmith para cumplir un encargo de unos colegas alemanes que le pidieron películas de La Paz. Mónica había heredado la profesión de su padre. Dos días después de la cena, el padre Joaquín Martínez Mari, telefoneó a Gramunt para enterarle que la noche de la cena, Mónica tenía escondido en su casa a un guerrillero, probablemente Guido "Inti" Peredo.

Cuando semanas después un periodista le informó que una joven alta, rubia, había asesinado esa mañana en Hamburgo al cónsul de Bolivia, por las señas que le dio su interlocutor, Gramunt supo de quién se trataba, pero no tenía pruebas. Es sabrosa la versión de Gramunt sobre el camuflaje que escogió Mónica para vivir en una de las laderas de La Paz con su pareja. La "cholita rubia" fue detenida y probablemente ejecutada en 1973 sin constancia de su tumba.

Asombra que Gramunt, próximo a cumplir 93 años -50 de los cuales fue fundador-director de ANF- siga produciendo para enriquecer los conocimientos, principalmente, de los estudiantes de periodismo. Quizás es caso único en Bolivia. En Estados Unidos, James Henry Arruda a los 92 aprendió a leer y a escribir y a los 96 publicó su primer libro.

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