EL PERIODISMO EJEMPLAR

Por Hernán Maldonado

En un régimen democrático donde nada está por encima ni debajo de la ley el ejercicio del periodismo es apasionante ante los retos diarios surgidos de la noticia misma, de la información inesperada, del hecho insólito.

Otro es el periodismo que se ejerce con una pistola en la sien. Surgen los que se doblegan al temor, nacen aquellos a los que se les seca la tinta. Pero también aparecen aquellos indoblegables, esos que yo llamo apóstoles de la profesión.

La historia reciente está llena de periodistas en todos los confines de nuestra América morena que se vendieron al sátrapa y de aquellos que prefirieron el exilio, la persecución, el hambre y hasta la muerte antes que rendir su pluma.

En Venezuela, con motivo de la reciente ley mordaza que obliga a los medios radioeléctricos a la autocensura, encuentro a varios de éstos últimos.

Entre ellos están Rafael Poleo y su hija Patricia Poleo. Conocí al padre apenas llegado a Venezuela a fines de los 60. Me asombraba que un jovencito, que yo creía inmaduro, fuera el editorialista de Radio Caracas Televisión.

Derrochaba cultura. Era capaz de comentar en menos de tres minutos cualquier hecho mundial del día con un excelente uso del idioma y en profundidad, aunque ese suceso se hubiera producido una hora antes del informativo.

Después dejó la TV para fundar la revista Zeta de alto contenido político. Allí es donde se le vio el color de la camiseta. Poleo era un admirador del fundador de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, ergo era socialdemócrata. "Adeco", en terminología venezolana.

Pero cuando tuvo que escoger entre su posición política y el periodismo, optó por lo último. Fue en los años 70. Carlos Andrés Pérez, con todo el poder político y económico en sus manos, buscó aplastar a un hombre que lo único que hacía era denunciar en su revista casos de corrupción.

Fue por Zeta que Venezuela se enteró de la oprobiosa "fiesta de los pajaritos", como se bautizó a la recepción que dió una simple secretaria de Pérez con motivo de los 15 años de su hija. En medio de la fiesta fueron lanzados al aire docenas de canarios. Se aseguró que el convite costó en aquél entonces casi 80.000 dólares.

Poleo fue perseguido y hasta exiliado por simplemente publicar lo que creía que debía publicar en el libre ejercicio del periodismo. Pérez pasó y ya es historia, pero Poleo sigue en el campo de batalla.

Pero lo que es mejor, Poleo procreó a Patricia Poleo, una periodista con letras grandes, porque más que analítica, como su padre, es una periodista investigadora que desde sus primeros pasos dio muestras de su pedigrí.

Patricia bajo el gobierno del presidente Hugo Chávez ha sido citada a varios juicios, es amenazada con cárcel y hasta de muerte. La Comisión de Derechos Humanos de la OEA exigió garantías para ella.

¿Pero dónde se ha visto que el lobo cuide de las ovejas? Ya le asesinaron a un guardaespaldas privado. Pero ni éste oprobioso "mensaje a García" la intimida. Y es que para Patricia el ejercicio del periodismo es como una religión.

A pesar de su juventud, Patricia ya tiene en su haber, entre otros, el Premio Rey de España de Periodismo 2001 por haber sido quien reveló que Vladimiro Montesinos estaba escondido en Venezuela, cuando el gobierno sostenía que el sátrapa peruano estaba muerto.

La directora de El Nuevo País se ha anotado grandes éxitos periodísticos y el gobierno le teme. Cuando el breve gobierno de Pedro Carmona se le ofreció el ministerio de Informaciones y lo rechazó. Claro, su olfato periodístico está más desarrollado que el político. Hoy sería una periodista "quemada".

Estos días Patricia hace gala de su capacidad investigativa y si no fuera por su sagacidad, que ha hecho que lo blanco aparezca negro, Venezuela tendría ya cerrados los casos de los soldados quemados de Fuerte Mara, el asesinato del fiscal Danilo Anderson y del secuestro del "canciller" de las FARC colombianas, Rodrigo Granda.

Patricia Poleo ha hecho tales aportes a la verdad desde su periódico que el gobierno ha tenido que dar marcha atrás o desdecirse de muchas cosas. En pocas palabras: Patricia le enreda cada vez más el papagayo.