Regreso al comienzo

Martes, 20 de enero de 1997


LA OEA DECIDE QUE HAYA PAZ
ENTRE EL GOBIERNO Y LA OPOSICION

Por Hernán Maldonado
Especial para la Agencia de Noticias Fides


Marlene Fernández, embajadora de Bolivia ante la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Miami, enero - La OEA decidió el martes que no haya víctimas en la guerra verbal entre la cancillería y el MNR.

Postergó indefinidamente la consideración del informe de su Misión de Observación Electoral (MOE) a Bolivia, documento que tendrá modificaciones sustanciales a la primera versión, de modo que tirios y troyanos queden en paz.

El informe debía ser analizado mañana miércoles en Washington por el Consejo Permanente de la OEA, con casi tres semanas de retraso a su fecha original, pero dado el alboroto ocasionado en Bolivia se optó por su aplazamiento y cuando salga nuevamente a luz, obviamente no habrá ningún motivo para los resentimientos.

ANF tuvo el martes acceso a algunos de los documentos que originaron la guerra verbal entre el gobierno y la oposición en Bolivia y de un cuidadoso examen puede deducirse que son inocentes (hasta cierto punto) de haber atizado el conflicto el canciller Javier Murillo; (completamente) la embajadora ante la OEA, Marlene Fernández y hasta el propio MNR.

La única culpable es la Misión de Observación Electoral de la OEA, que según queda ahora claro, fue más allá de sus atribuciones al referirse a los alcances del Bono Sol y su supuesta influencia en favor del oficialismo en las elecciones del 1 de junio.

La embajadora Fernández no tuvo arte ni parte en todo el embrollo, porque cuando la MOE entregó su "Informe Final", el 13 de noviembre de 1997, ni siquiera el gobierno de La Paz le había invitado a asumir el cargo. Tampoco estaba en funciones cuando ese documento iba a considerarse en la reunión del Consejo Permanente el 12 de diciembre, según la circular de la OEA de dos días antes.

El 19 de diciembre, en documento al viceministro de Política Exterior, Jorge Soruco Villanueva, el embajador interino de Bolivia ante la OEA, Erwin Ortiz Gandarillas, le envió una copia del Informe Final de la MOE, advirtiéndole que ese informe sería presentado al Consejo Permanente en la primera semana de enero y pidiéndole sus "comentarios sobre el particular a fin de que sean presentados verbalmente en la reunión antes citada".

La embajadora Fernández recién asumió el cargo el 8 de enero.

El canciller Murillo tampoco faltó a la verdad al revelar el tenor del Informe Final de la MOE y estuvo completamente en lo cierto al asegurar que el documento le llegó por vía oficial y que no se debía a una filtración periodística, como alegremente un sector de la prensa le atribuyó a Fernández, una de las estrellas de la poderosa e influyente cadena CNN de Estados Unidos hasta antes de asumir el cargo.

El documento, además, no tenía ningún caracter secreto, como lo demuestra la comunicación del secretario general de la OEA, César Gaviria, ordenando que se lo distribuyera entre los miembros del Consejo Permanente, en carta del 13 de noviembre de 1997 dirigida al embajador Osbert O. Liburt, representante de St. Kitts y Nevis ante la OEA.

El MNR estuvo en su derecho de reaccionar a un informe de esta naturaleza, que ahora la misma OEA se apresta a admitir que llegó más allá de donde debía. Quizás debería sentirse afortunado, porque de no haber sido la revelación que hizo el canciller, con fines políticos meramente internos, tal vez la OEA habría aprobado el informe tal como está -equivocado o no- y entonces eso si habría sido lapidatorio. Felizmente la guerra verbal le sirvió en dos frentes, en el interno para mantener en jaque al gobierno y en el internacional para salvarse -justificadamente o no- de una condena .