Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 22 de mayo del 2005


LA INUTILIDAD DE LA OEA

Por Hernán Maldonado

El pronunciamiento de la OEA sobre lo ocurrido en Ecuador es una confirmación de que el organismo regional tiene los pies de plomo y una capacidad decisoria que raya en la inutilidad.

La Organización de los Estados Americanos tras largos debates decidió dar su “apoyo a Ecuador”, más no al “gobierno” de ese país como culminación de sus investigaciones realizadas por el derrocamiento del presidente Lucio Gutiérrez.

Y es que en el fondo la comisión que la OEA envió a Quito descubrió indicios que debieran llevarla a la aplicación de la Carta Democrática, pero que dadas las actuales circunstancias (el hecho consumado) hacen que acuda al expediente más fácil: buscar que todo pase bajo la mesa.

Porque si hemos de hacer caso a las versiones inclusive oficiales inmediatas al defenestramiento de Gutiérrez, hallaremos que en el parlamento se aprobó su destitución con dos votos menos que los necesarios. Es decir que no se dio el marco constitucional para removerlo del cargo.

Por eso es que ahora pilatunamente la OEA da su apoyo a Ecuador, pero no al gobierno de Alfredo Palacio, como afanosamente buscó su embajador en Washington.

El hecho es para verse con lupa, porque quiere decir que la grandielocuencia de la Carta Democrática aprobada a principios de ésta decada en Lima, es solo palabrería hueca.

Lo peor es que se abre nomás las compuertas a los madrugonazos o cuartelazos de los que creíamos habernos curado en América Latina. La OEA siempre encontrará cómo evadir su responsabilidad ante los hechos consumados.

Quizás por esto es que actualmente en el exterior casi se le pone fecha y hora a la sustitución del presidente Carlos Mesa, a la luz de la turbulencia social que sacude a Bolivia.

En más de un medio de comunicación he escuchado de que las fuerzas armadas bolivianas intervendrán para evitar la desmembración del país. Ante un justificativo como éste qué podría decir la OEA sino “apoyar” a Bolivia, aunque no a su nuevo gobierno.

Quizás por esto también es que en Venezuela el gobierno del presidente Hugo Chávez escucha con más frecuencia ruido de sables y ha resuelto curarse en salud culpando a Washington de todo intento de derrocarlo.

Con la resolución adoptada, la OEA le hace un flaco servicio a la Carta Interamericana. Tras un golpe de estado se producirán hermosos pronunciamientos en contra, pero al final de cuentas la decisión de Lima para preservar la vigencia de los régimenes democráticos naufragará en el palabrerío.





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