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Domingo 9 de junio del 2002


SE COCINA EL NUEVO GOBIERNO

Por Hernán Maldonado


La pugna por ganar las elecciones del 30 de junio entra en su recta final y, dado que ninguno de los candidatos logrará la mayoría absoluta, el nuevo gobierno irremediablemente surgirá de un acuerdo interpartidario.

Por esto es que la NFR, el MNR y el MIR, han bajado los decibeles de sus mutuos ataques y han empezado a deshojar la margarita. El MNR, especialmente, no quiere pasar por la experiencia de los años 90 cuando su enemistad con ADN propicio el "triple empate" que puso en el gobierno a Jaime Paz Zamora.

Los escarceos han comenzado y detrás de la aparente pugnacidad electoral, los líderes de los tres partidos manejan posibles escenarios dado que muy difícilmente variarán las tendencias reflejadas en las últimas encuestas.

Manfred Reyes Villa, de NFR, tiende a ser el candidato ganador con una mayoría simple, seguido por Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR y Paz Zamora, del MIR. Entre los tres acapararían casi el 50 por ciento de los votos de una elección que finalmente será en el Congreso.

Los porcentajes que obtenga cada uno determinarán las alianzas y por eso es que ninguno se anima a adelantar una gestión concreta. Sin embargo en la última semana ya hemos visto ciertos coqueteos que acercan a NFR con el MIR y al propio MNR con NFR.

Los que creían que la "guerra sucia" rompería cualquier posibilidad de entendimiento entre el MNR y NFR podrían llevarse más de una sorpresa.

A estas alturas está claro que Reyes Villa está adelante en las encuestas y hasta con seis puntos porcentuales de ventaja sobre Sánchez de Lozada. El elector pareciera concluir que el hombre "roba, pero hace obras" teniendo como referente cierto progreso urbanístico de Cochabamba.

Pero una cosa es gobernar un municipio y otra un país. Y en relación al aspecto ético, no hay que olvidar que millones de argentinos en los años 70 sacaron de su exilio en España a Juan Domingo Perón al grito de "ladrón o no ladrón, queremos a Perón" y así les está yendo.

Dado que los partidos de los otros ocho candidatos difícilmente llegarán a gravitar en el futuro parlamento, es muy remoto, aunque no imposible, que en Bolivia se repita un gobierno de "megacoalición".

Si las encuestas se confirman en las urnas, NFR necesitará aliarse al MNR o al MIR. Si los dos primeros entran en un acuerdo postelectoral podrían alcanzar poco más del 40 por ciento y ser gobierno con la ayuda de algunos partidos pequeños con representación congresal.

El MNR, si apela a su pragmatismo, le daría la presidencia a Reyes Villa, pero se aseguraría buena parte de la torta gubernamental porque el partido no resistirá ser oposición por un quinquenio más dado el agotamiento de su liderazgo.

Una eventual alianza NFR-MIR sería más débil e inevitablemente buscaría el respaldo de los partidos pequeños para una reedición de la megacoalición. Lo propio si el acuerdo es entre el MNR y el MIR.

En la actual campaña el MIR no ha despegado de su magro 12 por ciento y se muestra como la doncella a conquistar por movimientistas y eneferistas después del 30 de junio.

Pudiera darse también el caso de que en un momento de inspiración nuestros líderes convinieran en que el próximo gobierno necesitará de una sólida base política y acuerden unir sus fuerzas. Al fin y al cabo sus programas tienen más puntos de coincidencia que de diferencia.

Ese acuerdo podría fijarse en torno a un puñado de acciones a realizarse a corto y mediano plazo porque el país es un caldero en ebullición y desde ahora hay que apagar las llamas.

Las marchas indígenas, el problema de los pequeños prestatarios, los maestros malpagados, las consecuencias de la decisión sobre el puerto de exportación del gas, el creciente empobrecimiento del país, la bronca de la ciudadanía contra la corrupción, el galopante desempleo, la pérdida de la credibilidad de nuestros políticos, etc, etc. no serán papitas fritas para las próximas autoridades.

No entender la gravedad de la situación en la que se encuentra Bolivia significará que el próximo gobierno nacerá con defectos congénitos que, más temprano que tarde, lo harán inviable.





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