Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 15 de junio del 2008


EL MUERTO QUE HABLA

Por Hernán Maldonado

Raúl Reyes no quiere callarse, pese a que murió en marzo. El segundo jefe más importante de las FARC colombianas, además, corrobora lo que desde hace tiempo afirmamos: Venezuela vive bajo una petrodictadura.

Un hecho reciente. El 28 de mayo el teniente coronel Hugo Chávez firmó una draconiana Ley de Inteligencia y Contrainteligencia, alabándola en cadena nacional de radio y TV y calificando a sus detractores de golpistas, oligarcas, traidores a la patria, agentes del imperialismo, etc.

Mientras la sociedad civil aumentaba sus protestas contra la "Ley Getsapo" (combinación de Gestapo, policía política nazi, y del sustantivo sapo, que en Venezuela significa delator), los jerarcas del régimen salieron a defenderla tenazmente. Ni sospechaban que se quedarían colgados de la brocha.

El vicepresidente Ramón Carrizales obscenamente alabó la ley que convertía a todos los venezolanos en espías obligándoles, so pena de ser encarcelados hasta por cuatro años, a responder cualquier requerimiento policial. Hasta el secreto de la confesión, implícitamente, quedaba anulado.

El ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín, tras la protesta de la Iglesia Católica, convocó a una rueda de prensa para defender la ley. Ya para entonces era escandaloso el silencio de la Fiscal General, del Contralor, de la Defensora del Pueblo, la Asamblea Nacional y el Poder Judicial. ¿Más pruebas de quién es el amo y señor de Venezuela?

Para bochorno de estos "mudos" y sorpresa de los apologistas, Chávez reculó a los 10 días y anuló la ley por ser "violatoria de los derechos humanos, inconstitucional", etc. Tácitamente admitió haber firmado sin leerla, a pesar de que el 28 de mayo aseguró que fue "estudiada por años".

Algo parecido ocurrió con su sorpresiva reculada en el caso FARC. El 10 de enero, en un solemne mensaje ante la Asamblea Nacional, pidió a la comunidad internacional reconocer a la narcoguerrila colombiana como "fuerza beligerante", quitándole el carácter de organización terrorista, como la etiqueta la mayoría mundial.

La semana pasada giró 180 grados y ahora esa guerrilla "está pasada de moda" y "no tiene razón de ser". Hasta se atrevió a pedir que libere a todos sus secuestrados "sin condición alguna". "La guerra de guerrillas pasó a la historia" dijo. Olvidó que promueve en Venezuela una reserva militar para operar como una guerrilla para una eventual "guerra asimétrica contra el Imperio". ¿Cuál la poderosa razón para que el petrodictador esté comiéndose sus palabras y hechos?

Las principales explicaciones están, según analistas venezolanos y colombianos, en la necesidad de ganar en las elecciones de gobernadores y alcaldes del 23 de noviembre y porque quizás - como ocurrió la madrugada del 2 de diciembre cuando contra su voluntad admitió su derrota en el referendo - los mandos medios de las fuerzas armadas dejaron escuchar su voz, aún por encima del generalato dócil y corrupto.

Pero la razón principal (hasta el ex presidente colombiano Andrés Pastrana, se anota en ella) puede estar en el temor a nuevas revelaciones de las computadoras de Reyes, a través de las cuales el rebelde fallecido el 1 de marzo sigue hablando y pone al descubierto cada vez más los estrechos nexos del petrodictador con la narcoguerrilla.





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