Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 2 de noviembre del 2003


MESA Y EL PERIODO CONSTITUCIONAL

Por Hernán Maldonado

El presidente Carlos D. Mesa, sin duda tras haber releido lo que establece la Constitución Política del Estado (CPE), anunció que su periodo terminará el 2007. Y ésto es lo que debía dejar claramente establecido desde el primer día.

Pero, como recordamos, no fue así. En su discurso inaugural dejó que ese término estuviera en manos del Congreso que debía convocar a nuevas elecciones luego de concretar la reestructuración del Estado y la aprobación de nuevas leyes.

Aunque posteriormente Mesa se dio cuenta de que el proponer una fecha indeterminada a su gestión provocaba inseguridad jurídica, perjudicial a nivel internacional, a mi me pareció una maniobra brillante para desmontar la agitación social que agobia a Bolivia.

Pensé que los plazos de 90 días, o de 180, que los líderes campesinos le dan a Mesa para resolver los problemas, tendrían que dárselos no a él, sino al Congreso, es decir a ellos mismos, puesto que tienen allí como sus representantes a la tercera parte del total de senadores y diputados.

Si la solución a nuestros males está en la convocatoria a una Asamblea Constituyente para refundar el país, y todas las cosas que han estado pidiéndose y que provocaron la caída de Sánchez de Lozada, el llamado a resolverlo es el Congreso.

De modo que Mesa quedaba con las manos libres para administrar el Poder Ejecutivo. Me imaginaba diciéndoles a los líderes revoltosos: ¿Quieren 1.000 tractores? Pidan que el Congreso diga de dónde saco los fondos. ¿No quieren que se exporte el gas? Que el Congreso defina qué hacemos con él.

¿Desean referendo? Que el Congreso raye la cancha. ¿Aspiran a anular o modificar la 1008, el 21060, la ley de hidrocarburos? No es mi potestad. El único que puede hacerlo es el Congreso... Y así por el estilo.

Me imaginaba pues nuevas marchas y manifestaciones ya no contra el gobierno de Mesa, sino contra el Parlamento, es decir contra los hombres que eligieron ellos mismos hace un año.

Casi 100 muertos y 350 heridos después, pensé que el parlamento multietnico y pluricultural se movería rápidamente en esa dirección escuchando el clamor de esos sectores sociales que en octubre se arrogaron violentamente la representación del país.

Pero el parlamento lerdo, como nunca antes muestra su incapacidad para acometer nada de lo que se pidió en las calles. A dos semanas del derrocamiento de Sánchez de Lozada ni siquiera a nivel partidario se han reunido para proponer puntos de partida, esquemas de trabajo.

Y es que es difícil para la mediocridad dejar su condición de "levantamanos", de pensar con cabeza propia. Por eso es que Otto J. Reich, el asesor del presidente George W. Bush, nos dice vergonzosamente desde Washington lo que los bolivianos debemos hacer.

Tan vergonzoso es ésto que el señor Reich hasta nos dice a quien no debemos elegir, lo que quiere significa que el Departamento de Estado ha fijado una política sobre el tema y lo que el embajador Manuel Rocha dijo el año pasado en el Chapare no fue un lapsus verbal.

Mientras el Congreso no empiece a trabajar de verdad en los temas planteados y que han dado origen al gobierno de Mesa, el país seguirá cuasi manejándose dentro de los parámetros "gonistas" en los grandes temas. Ya lo ha dicho el ministro Alvaro Ríos (lo reiteró Reich), el gas no sirve a los bolivianos bajo tierra.

De otro lado los que piensan que en Bolivia los mangos están bajitos para que "el pueblo tome el poder", el "gobierno obrero-campesino", o para crear el "embrión de un nuevo Vietnam", como dijo la semana pasada en La Habana Evo Morales, están mostrando no sólo una miopía monumental, sino que están mordiendo dinamita.

Si los cocaleros y los kollasuistas cercan a Mesa, pese a que éste ha dicho que hará valer el imperio de la ley, estoy seguro que preferirá irse a su casa antes que ordenar a los militares meter bala.

Y entonces que Dios nos coja confesados. Hugo Bánzer Suárez aparecerá como un angelito comparado con el dictador que pondrán allí los que piensan como el señor Reich.





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