Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Martes 5 de marzo del 2002


EL CAMINO SIN CORAZON

Por Hernán Maldonado


"Cabe aquí unas lágrimas", dijo Carlos D. Mesa cuando la madrugada del 3 de febrero decidió renunciar al periodismo para convertirse en político, luego que los movimientistas "tocaron a mi puerta con tanta insistencia que supe, como lo supe otras veces en mi vida, que no podía ni debía decir no".

El gran comunicador boliviano entró así al "veleidoso vendaval que hace que una misma masa te lleve al trono o al cadalso, porque la emoción es como un huracán que se lleva hasta la última brizna, a la gloria o al desastre".

Sin que haya transcurrido un mes de haber pasado a ser el candidato vicepresidencial del MNR, el novel político ha tenido ya un soberano traspié. Se comprometió a devolverle en los hechos a Sucre su condición de ciudad capital con el traslado allí de los poderes Ejecutivo y Legislativo.

En su condición de periodista independiente formó parte de la Comisión que trazó los eventuales cambios a la Constitución y allí defendió a La Paz como sede de esos poderes. Sin embargo, como candidato, firmó un compromiso tonto porque habiendo una docena de problemas capitales a resolver, enfrasca al país un debate regionalista sin ninguna urgencia de solución.

Al incursionar en política Mesa dijo que "ésta no es una historia de ángeles y demonios, es una historia de seres humanos, imperfectos y paradójicos". Una bonita admisión y oportunísima tras su metida de pata. Los paceños, que lo tenían por su mejor exponente, le cayeron con todo y la conclusión de algún columnista fue que Mesa pudo haber ganado 5.000 votos en Sucre, pero perdió 40.000 en La Paz.

El propio MNR quedó desconcertado con la promesa de Mesa y sus voceros trataron de dorar la píldora asegurando, en el mejor de los casos, que el tema necesita de larga meditación, de profundos debates, antes de llegar a una conclusión que no necesariamente ha de tomarse en los próximos años.

El entusiasmo del candidato movimientista se enfrió. No hubo ninguna aclaración a lo dicho y firmado en Sucre. Y está dentro de su manera de actuar. Mesa puede equivocarse, pero se mantiene firme en lo que cree. Su vocación periodística está por encima de la conveniencia política.

Este es el gran problema a enfrentar por Mesa en los próximos meses. Como independiente no se sentirá amarrado a la disciplina partidaria, pero el partido le puede exigir un comportamiento de acuerdo a sus intereses. Ahí la gran interrogante: ¿Aceptará Mesa que se le diga lo que tiene que hacer o decir?

Mesa, desde que decidió formar su imperio en PAT jamás se ha sentido ni se ha manejado como segundo de nadie. A pesar de su estupenda hoja de historiador, de las encuestas que lo han situado permanentemente como el periodista que inspira mayor confianza en el país, el implacable fiscal televisivo, el Torquemada de la mediocridad, entró ahora en arenas movedizas.

Hubo un momento en que pensé que Mesa hubiera sido un buen candidato a la presidencia. Sin ninguna atadura partidaria. En momentos en que el desprestigio de los políticos tradicionales es enorme, la figura de Mesa habría aplastado a sistémicos y antisistémicos. Me hacía recordar a Renny Ottolina, el periodista televisivo venezolano que en 1973 volaba alto en las encuestas hasta que un accidente aéreo puso fin a sus días.

Hubieron varias voces que le calentaron los oídos, pero la empresa era de enormes requerimientos económicos y no hubo manera de lanzarse, según él mismo lo admitió. Optó por el camino movimientista que le prometió cancha libre para la lucha contra la corrupción. Mesa se encandiló, quizás se olvidó que en Bolivia el vicepresidente es nomás la "quinta rueda del carro".

Por eso los fracasos de los vicepresidentes Siles Zuazo, Chávez Ortiz, Siles Salinas, Lechín Oquendo, Barrientos Ortuño, y el propio Quiroga Ramírez, todavía atado al cordón umbilical del banzerismo agonizante.

El MNR ganó con Mesa, mas este perdió con el MNR, porque, como de ninguna manera Mesa será un hombre a doblegarse, los hilos que atarán a ambos siempre estarán tensos como cuerdas de guitarra. Mesa no se resignará a ser esa rueda supernumeraria y el MNR obviamente velará más por su interés partidario.

Además, el próximo gobierno será también producto de una coalición, con un parlamento multipartidista difícil de compaginar como para que Mesa, en caso de ganar su partido la presidencia, tenga los instrumentos necesarios para luchar contra la corrupción, es decir se puedan llenar adecuadamente y sin partidismos las vacantes de las fiscalias, las cortes departamentales, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de la Judicatura, etc, etc.

A tres meses de las elecciones, el MNR aún no da a conocer su programa de gobierno. Nadie sabe, por ejemplo, como encarará la reestructuración de la policía boliviana, que es por donde debe comenzarse la lucha contra la corrupción para tener a mano el instrumento primario que acompañe la labor de un poder judicial independiente y ojalá apolíticamente estructurado.

Por eso el MNR puede darle a Mesa carta blanca para la lucha contra la corrupción. Otra cosa, empero, es que Mesa tenga los instrumentos para llevar adelante esa lucha.

Como es un hombre al que le gustan las cosas en blanco y negro; que quiere que las cosas se hagan más rápido que inmediatamente, no veo a Mesa transigiendo ni con los movimientistas ni con los otros politicos. ¿Cuánto durará la luna de miel de Mesa con la política? Quizás lo sepamos más temprano que tarde. Entonces él mismo hallará la respuesta a la pregunta que se hizo: "¿Tiene corazón este camino?" (Los Tiempos, febrero 10 del 2002).





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