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Martes 16 de enero del 2001


EL MINISTRO MENTIROSO

Por Hernán Maldonado


Walter Guiteras llamó cobardes y bastardos a
               los que lo denunciaron Walter Guiteras llamó cobardes y bastardos a los que lo denunciaron

Artículo relacionado: Los ministros banzeristas (19 de abril del 2000)

El todopoderoso ministro de la Presidencia, Walter Guiteras, perdió el cargo y se fue del Palacio de Gobierno con la promesa de lavar su imagen, tras casi dos semanas de protagonizar una teleculebrón que compitió con Betty la Fea y cuyo descenlace hubiera importado a todos un bledo, si no fuera por la pésima imagen en que sumió al gobierno del presidente Hugo Bánzer Suárez.

En los dos últimos años cayeron del gabinete banzerista una media docena de ministros corruptos, más que por decisión del abúlico mandatario, por presión popular y de la prensa nacional que puso al descubierto las malandanzas de esos funcionarios.

Cuando Guiteras dejó la presidencia del Senado (el tercer cargo en la sucesión presidencial) para convertirse en ministro de Gobierno, empezó a obrar con el mismo cuidado que un elefante en cristalería y, lo que es peor, creyó que el ejercicio del poder no era más complicado que sacarmuelas, su verdadera profesión.

Candorosamente dijo en ese entonces que el ministro de Informaciones, Jorge Landívar, fue echado del cargo por la embajada estadounidense, dado la impresión de que Bánzer no tenía autoridad, como le otorga la Constitución, ni para “renunciar” a sus colaboradores. Tras ser posesionado en el cargo y como principal jefe policial del país se peleó con miles de sus subordinados al llamarlos genéricamente “burros y corruptos”.

Impulsó una ley de Estado de Sitio, a raíz de los graves desórdenes de abril del 2000 en Cochabamba y Achacachi, que no imponía el orden ni en su casa, motivo por el cual debió ser abrogada en menos de 10 días. Cuando volvió a reestructurarse el gabinete ministerial Guiteras, brazo derecho de Bánzer, apareció como el ministro de la Presidencia.

Como tal debió dar la cara a los grupos en conflicto y que desataron la nueva crisis de septiembre. Cuando el gobierno estaba con la soga al cuello, accedió a todas las peticiones de los reclamantes, incluso a pedidos como la anulación de la Ley INRA, dejando muy mal parada la estructura jurídica del país.

Entonces, también, afloraron otras frases suyas de corte racista, como aquella de que “hombre blanco nunca miente” y machista: “en mi pueblo los problemas los resolvemos a balazos”. Ninguna de estas expresiones fueron objeto de reprensión oficial.

Y resultó que las frases no sólo eran tales. El pasado 2 de enero, según las versiones periodísticas, Guiteras golpeó a su esposa en estado de ebriedad. Esta acudió a una comisaria policial y sentó la denuncia. Se enteró la prensa, publicó el hecho y, pese a que en Bolivia la violencia familiar desgraciadamente es pan de cada día, el caso -- por la categoría de sus protagonistas -- se convirtió en un drama telenovelesco polìtico-social.

El ministro, furioso convocó a una rueda de prensa nada menos que en el Palacio de Gobierno y desmintió categóricamente la noticia. Empleó gruesos adjetivos contra los medios que la publicaron y dos días después, cámaras de TV de por medio, protagonizó en las puertas del Palacio de Gobierno una escena de amor con su esposa para demostrar su verdad.

No cabía duda que su corazón latía con fuerza, pero no de pasión, sino porque había que borrar todavía algunas huellas que tozudos policías (que resultaron ser ni burros ni corruptos) se empeñaron en darlas a conocer a los periodistas.

Guiteras, cuando se sintió acorralado, lanzó un reto a un debate con Raúl Garafulic, el dueño de una cadena de medios periodísticos que develó el escándalo. Este no acudió porque ciertamente la Asociación de Periodistas de La Paz incurrió en un error al patrocinar ese debate. Si de por medio estaban gruesas acusaciones de parte y parte, es la justicia la que debe obrar y no algún organismo gremial por muy bien intencionado que sea.

El ministro, ante la ausencia de Garafulic, se explayó en denuncias generales contra éste, sin aportar ninguna prueba y se sintió triunfante cuando propuso que el Senado, donde su partido es mayoría, fuera quien lo investigara. Es decir planteó, y el gobierno aceptó tácitamente, entregar el queso para que lo cuiden los ratones.

Bánzer, en lo que parecía ya increíble negligencia ante la montaña de mentiras de su ministro, se mantenía impertérrito, incluso cuando el propio Guiteras empezó a admitir públicamente que la madrugada del 2 de enero si hubo una riña familiar, pero que la misma no había llegado a conocimiento de la policía. Uno de los policías involucrados, anónimamente, se ratificó en su versión inicial y puso a Guiteras otra vez con el agua al cuello.

Aún así, extrañamente el gobierno mantenía su voto de confianza en su hombre fuerte. Finalmente el pasado viernes dos humildes policías se presentaron ante los periodistas y la Defensoría del Pueblo para devolver los 2,000 dólares que el ministro por intermedio de su ayudante les había entregado para que cerraran sus bocas.

Ante lo que parecía ya irrefutable en contra suya, Guiteras al fin renunció el sábado para dedicarse a limpiar su nombre, dijo y es de esperar que no utilice los métodos que, según él, rigen en su pueblo Lo primero que hará, lo ha dicho, será reincorporarse al Congreso, como lo han hechos los otros ministros y funcionarios banzeristas defenestrados anteriormente, Fernando Kieffer, Jorge Landivar, Tonchi Marinkovich, Leopoldo López, Chito Valle etc. Todos felices y contentos con su inmunidad parlamentaria. Así está Bolivia.





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