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Miércoles 30 de junio de 1999


ACALLADO EL GRITERIO
MARITIMO BANZERISTA

Por Hernán Maldonado


Miami - La diplomacia chilena apuesta a futuro y le tomamos la palabra. De ahora en adelante, en lo que le resta del periodo, el régimen del presidente Hugo Bánzer Suárez deberá renunciar a su tono beligerante tras aceptar el diálogo propuesto por Santiago.

No hay que olvidar que Bánzer, desde que asumió el gobierno hace casi dos años, para beneplácito de los patrioteros de siempre que lucran con ello a través de una prensa chauvinista, y de generales desocupados, desató un torrente verborrágico contra Chile.

Prometió (y lo hizo) plantear el tema de la mediterraneidad de Bolivia "en todos los foros internacionales ", con el resultado de que Chile no se da por aludido, ni la causa boliviana avanza un milímetro.

Por primera vez en muchos años la embajadora de Bolivia en la OEA, Marlene Fernández, logró que este organismo pusiera el tema en su agenda de la reunión de cancilleres realizada en Caracas en 1998. Eso fue todo. Ni un paso adelante. Lo mismo ocurrió en la conferencia de principios de este mes en Guatemala.

Como un embajador declaró a Los Tiempos de Cochabamba, el caso puede eternizarse así: Bolivia plantea el tema, Chile contesta diciendo que no tiene problemas de límites y la OEA sigue exhortando a los dos países a dialogar.

Pero no se puede dialogar cuando no hay contraparte. Desde el punto de vista de las relaciones diplomáticas, Chile no existe para Bolivia, ni Bolivia para Chile. Y cuando planteamos nuestro reclamo marítimo, Chile se tapa los oídos o se hace el sordo.

Nuestro gobierno, en lugar de haber explorado fórmulas para un diálogo constructivo que lleve al establecimiento de relaciones, apostó por la confrontación con el vecino encarándolo en "todos los foros internacionales", aun sabiendo que nuestros diplomáticos son en su mayoría unos improvisados, sin el peso necesario para dar la pelea.

Tan improvisados que "nuestro" primer gran logro en la materia en estos dos años se lo debemos al locuaz presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, quien propuso la consideración de la mediterraneidad boliviana en las agendas de las reuniones del Pacto Andino.

Inmediatamente de ese pronunciamiento de Chávez en la reunión del Consejo Presidencial Andino, a principios de este mes en Cartagena de Indias, la cancillería chilena representó enérgicamente esa posición de manera que la cancillería venezolana tuvo que dar la cara casi de manera humillante.

Caracas aclaró a Santiago que la propuesta de Chávez "se enmarcó en el propósito de alentar el diálogo entre las partes interesadas en este asunto", porque Venezuela "está consciente de que el asunto de la mediterraneidad de Bolivia es un tema de interés bilateral" entre Chile y Bolivia.

Tan asustada parecía estar la Casa Amarilla que ni siquiera se acordó de puntualizar que Chávez lo único que hizo fue actualizar un tema que es de "interés hemisférico permanente" y que busca encontrar "una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Oceano Pacífico", que es como reza la declaración de la OEA de 1979 y de la que Venezuela es signataria.

Cuatro días después, el 9 de junio, en la conferencia de cancilleres de Guatemala, Bolivia planteó comenzar "negociaciones bilaterales inmediatas" sin condiciones ni exclusiones. Chile, por medio de su canciller José Miguel Insulza, aceptó el reto, pero - como siempre - sostuvo que en materia de límites no hay nada de qué hablar.

Cuando las cosas parecían volver a fojas cero, Bánzer se reunió en México con Insulza, quien representó a Chile en la cumbre del Grupo de Río. Allí el astuto Insulza planteó a Bánzer la posibilidad de restablecer relaciones diplomáticas "sin ningún tipo de condicionamientos". Banzer, que constitucionalmente está habilitado para ello, debió aceptar sobre tablas. Lo que hizo fue prometer consultas con el parlamento. Insulza se salió otra vez con la suya porque en la prensa internacional aparecía como apóstol del diálogo.

"En el mundo en que vivimos, donde la globalización y la integración es una fuerza incontenible, ya no se concibe que haya países al margen de una relación formal y normal", dijo Banzer (La Razón, junio 6 1999).

Con esta declaración enterró la táctica confrontacional insulsa que promovió desde que volvió a la presidencia. Por fin pareció darse cuenta que con el griterio no llegaremos a ninguna parte, mucho menos si nuestro interlocutor se hace el sordo.

Por eso es que en la Conferencia de 48 jefes de Estado de Latinoamérica y Europa que acaba de terminar en Río de Janeiro, Bánzer dejó pasar por debajo de la mesa la oportunidad de usar este valioso foro para poner en práctica su teoría con la que nos ha mareado estos dos años sin conmover a Chile.

Lo interesante del caso es que en esta misma conferencia los astutos diplomáticos chilenos nos hicieron pisar el palito. Temerosos de que Banzer utilizara el magnífico foro para denunciar el injusto enclaustramiento boliviano, previa a la intervención de nuestro presidente, volvieron a plantear el diálogo con Bolivia "sin condiciones".

Y nos hicieron pisar el palito, porque el nuevo canciller chileno Juan Gabriel Valdez, hace menos de 15 días, tras su posesión, repitió los mismos argumentos que su antecesor, en el sentido de que Chile no tiene asuntos limítrofes pendientes con Bolivia y que el restablecimiento de relaciones no debe estar supeditado a la cuestión de la mediterraneidad boliviana.

Pero, bueno, otorguémoles el beneficio de la duda y si lo que proponen realmente es un "diálogo sin condiciones" preparémonos para él, porque como dice el canciller Javier Murillo, "debe entenderse que el tema marítimo no está excluido de la agenda".

Esta es la oportunidad que tiene nuestro gobierno para iniciar algo constructivo renunciando a esa política beligerante que no nos ha conducido a ninguna parte porque, como apuntó el martes el editorial de La Razón, "insultar al carcelero nunca mejora la situación del preso".

Por lo demás, no estaría mal considerar esa interesante tesis que plantearon la semana pasada en un cónclave en La Paz una media docena de ex cancilleres bolivianos, quienes creen que debíamos hablar con Perú para un eventual acceso al Pacífico por el sur de ese país, con la compensación territorial de por medio.

La tesis está planteada y suena interesante porque podría funcionar. Los chilenos pondrían las barbas en remojo y nosotros tendríamos una mejor arma de negociación.