La devaluada palabra presidencial




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Lunes 4 de noviembre del 2013


LA DEVALUADA PALABRA PRESIDENCIAL

Por Hernán Maldonado

Hubo un tiempo en que la palabra presidencial era tan respetada que bastaba que se produjera para que, por ejemplo, fuera tomada como el camino o la conducta que seguiría un país en determinado asunto.

Eso formaba parte de lo que se llama la “majestad presidencial”. Un jefe de Estado debía cuidar sus palabras, sopesar sus opiniones antes de emitirlas o asesorarse en temas que debería tocar para “no meter la pata”.

Esos son tiempos lejanos. Ahora muchos presidentes dicen lo que se les viene a la cabeza. Y no me refiero a confusiones momentáneas, como las legendarias que tenía el ex presidente estadounidense Ronald Reagan cuando le parecía lo mismo Colombia que Brasil.

Quien se llevaba la flor de su verborragia irresponsable era el teniente coronel Hugo Chávez. Algún día a alguien se le ocurrirá compilar sus estupideces, entre las que ocupará lugar prominente su acusación al “maldito imperio” de haber causado el terremoto de Haití en enero del 2010.

El Canal 22 de Miami guarda un vídeo del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, pronunciando un discurso en el que nombra un país inexistente, aunque en su descargo habrá que decir que parecía estar saliendo luego de un prolongado abrazo con el dios Baco.

La presidenta argentina, Cristina Kirchner, mucho antes de sus actuales padecimientos en la cabeza, recomendó el consumo de determinado tipo de carne atribuyéndole generosidades afrodisiacas.

El actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en cadena de radio y televisión nacional informó que Chávez, su mentor, se le apareció en la forma de pajarito. Es más, juró que le habló.

No hay ninguna evidencia de que le esté fallando la cabeza, pero acaba de enfurecerse porque otro pajarito, el de la red social Tweeter, le quitó 6.000 seguidores y amenaza con fundar la competencia, comprometiendo, además, el concurso de la ALBA y ONASUR…

¡Claro! todo esto pasando por la ingenuidad --que ha hecho reír al mundo—de decretar el funcionamiento de un viceministerio de la “felicidad suprema” del pueblo venezolano, paradójicamente cuando ese pueblo pasa actualmente tribulaciones nunca vistas por la escasez de alimentos.

En Bolivia, el historiador Alfredo Rodriguez ha compilado un centenar de “ocurrencias” del presidente Evo Morales, como su infame afirmación de que el consumo de pollo causa en los hombres desviaciones sexuales o que los indígenas de Cuba y Puerto Rico prefirieron “autosuicidarse antes de ser esclavos de los españoles”.

Chávez proclamaba a Venezuela como la futura potencia energética del mundo, pero al morir ha dejado al rico país petrolero importando gas de Colombia y gasolina desde los Estados Unidos.

La semana pasada Morales anunció que Bolivia entrará en la era de la energía atómica juntó con Argentina y Francia. Hace 10 días Cristina Kirchner ni siquiera lo recibió, cuando Morales viajó de urgencia para solidarizarse con la mandataria que acabada de ser operada de la cabeza.

Francia desmintió rotundamente a Morales porque su afirmación parece tan insustentable como aquella de que “en este milenio es más importante defender los derechos de la Madre Tierra que defender los derechos humanos”. Así nomás estamos.