Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 29 de abril del 2001


LOS PLATANOS DE LA IRA

Por Hernán Maldonado


El empresario Miguel Zambrana no aguantó más. El año pasado perdió una gruesa suma de dinero porque sus plátanos se pudrieron en el Chapare dado que no pudo exportarlos a la Argentina debido al bloqueo caminero organizado por los productores de coca.

Por eso, cuando la semana pasada el diputado y dirigente cocalero Evo Morales anunció un nuevo bloqueo pidiendo al gobierno la libre siembra de la hoja, entre otras estupideces, Zambrana le amenazó con hacerle “tragar” sus plátanos, destinados a podrirse otra vez como en septiembre pasado.

El que la amenaza partiera de un empresario solitario parecía no hacer mella alguna, pero Zambrana hablaba en serio y por eso el viernes se presentó en una rueda de prensa convocada por Morales, para informar sobre el bloqueo en marcha, y casi cumple con su propósito de hacerle engullir al diputado 20 cajas de plátanos.

“Evo déjame trabajar, deja ya de bloquear”, gritó el empresario ante el azorado cocalero y la sorpresa de los periodistas en un hecho inédito en el país. Zambrana forma parte de los escasos empresarios que con su trabajo, esfuerzo y recursos crean fuentes de trabajo, pagan impuestos y son fuente de divisas y que le han dicho sí al desarrollo alternativo en el Chapare.

Morales, una vez recuperado de la sorpresa y sin muchos argumentos para demostrarlo, acusó de un sin fin de cosas al empresario y hasta le atribuyó ser un agente del gobierno. Zambrano estaba tan contrariado que retó al diputado a un duelo a puñetazos y lo espero en vano en una esquina.

Los bloqueadores de caminos pueda que tengan razones para hacerlo, pero el método es inconstitucional porque coarta la libertad de tránsito. Hace una semana reclamaron su derecho a marchar rumbo a La Paz por sendas y caminos y la represión que sufrieron de parte de policías y militares fue censurada hasta por la Defensora del Pueblo. Ahora se volcó la torta y ellos son los que impiden la libre circulación.

En septiembre del 2001, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, las tres ciudades del eje central y las más importantes del país estuvieron bloqueadas por algo más de dos semanas. En los caminos miles de vehículos con sus cargas de productos perecederos apagaron sus motores.

Cuando el hambre empezó a insinuarse en esas tres ciudades, el gobierno cedió a todos los planteamientos de los bloqueadores, inclusive accediendo a pedidos que sabía que no podría jamás cumplir. La simple táctica del oficialismo entonces, y ahora, es ganar tiempo. Se trata de que el presidente Hugo Bánzer Suárez cumpla su mandato de cinco años a como dé lugar, así sea mientras el país se cae a pedacitos.

Pero el año pasado el grueso de la ciudadanía aguantó estoica la arremetida de los bloqueadores. Ahora no parece ser el caso y es probable que en los próximos días aparezcan más Zambranas, en medio del tremendo caos político, económico y social por el que atravesamos y que está bordeando la anarquía.

El desgobierno es tan atroz que nadie toma en cuenta a la autoridad. El régimen ha perdido en tal forma la credibilidad que los ciudadanos están empezando a tomarse la justicia por sus propias manos. En Santa Cruz un conocido fascista ya amenazó con armar a sus huestes para ir a despejar la carretera que une a esa ciudad agro-industrial con Cochabamba y que fue las más perjudicada el año pasado.

Zambrana ni siquiera acudió a quejarse ante su organismo matriz, la Cámara de los Empresarios del Trópico Cochabambino, sino que decidió obrar por su cuenta. Esta es una monumental prueba de que ante la ausencia de autoridad, ante la debilidad de un gobierno tambaleante, indeciso, incapaz y corrupto, cada quien está empezando a buscar sus propias soluciones.

Esto ya es peligroso en extremo, se están rebasando los canales regulares y quizás por eso se justifique el que los protagonistas del despelote patrio toquen otra vez las puertas de la Iglesia Católica en busca de una mediación. Los “tatas” volverán a su papel de apagafuegos, como en mayo, como en septiembre del 2001, aunque esta vez si la tienen difícil.

Hemos tocado fondo y sólo una voluntad que deponga todos los intereses políticos en pugna hará que moros y cristianos se sienten a una mesa del diálogo, no solamente para una eventual solución a los actuales problemas, sino – lo que es más importante y perentorio -- para plantear en qué país queremos vivir en los próximos años.





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