Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 20 de agosto del 2006


HOMBRES NUEVOS CON HAMBRES VIEJAS

Por Hernán Maldonado

La demagogia que a borbotones sale estos días desde el Palacio Quemado es tan densa y variada que hasta los más recalcitrantes simpatizantes del gobierno han empezado a preguntarse si vamos por buen camino y de ahí esas recientes evaluaciones del liderazgo a puerta cerrada.

Hay preocupación porque en función de gobierno es muy malo darle largas a los asuntos. Los problemas suelen crecer como bolas de nieve. También es altamente perjudicial las tomas de decisiones a la loca. Parece que hay la sospecha de que se nacionalizó la industria hidrocarburífera más emocional que racionalmente.

La prueba está en los preocupantes informes divulgados la semana pasada en la prensa internacional atribuyendo al gobierno de Evo Morales la intención de “congelar” la nacionalización porque el país no está preparado aún para manejar la industria, carece de los técnicos necesarios y no cuenta con capitales para operarla eficientemente. ¿Y entonces? Grave. Muy grave.

Esta, sin duda, es una mala noticia para los que creian que administrar una industria tan importante es como soplar botellas. Y las presiones de calle están empezando a hacerse sentir. La cantaleta del gobierno es la misma de los políticos tradicionales. Se atribuye esa agitación “a fines políticos inconfesables”.

Eso por lo menos se dijo sobre el cuasi motin policial, seguida de la advertencia presidencial de que “no se tolerará ese tipo de acciones desestabilizadoras”. ¡Qué fácil se olvida el febrerazo cuando diputados masistas alentaban los desórdenes en la Plaza Murillo aquel sangriento día de la sublevación policial”.

Y la lucha contra la corrupción está convirtiéndose en un chiste de mal gusto. Humildes militantes masistas como Adrianita Gil y Vidal Quenta fueron echados del partido, la primera por supuestamente apoyar que se quede en Bolivia la empresa brasileña EBX y, el segundo, por encabezar la supuesta toma de pegas en Santa Cruz. También fue echado un viceministro de Deportes. La escobita era nueva.

Por simples sospechas se echó estiercol sobre distinguidas personalidades como el ex director del Servicio Nacional de Caminos, José María Bakovic y el ex presidente del Banco Central, Juan Antonio Morales.

Pero ahora que las sospechas de corrupción alcanzan al capo máximo de YPFB, Jorge Alvarado, y un familiar de Manuel Morales Dávila, cercano asesor de Evo Morales, las conductas son diferentes. En el primer caso, el asunto está siendo investigado por un fiscal, pero el Ministerio Público podría ahorrarse esfuerzos y tiempo porque nuestro presidente ya ha sentenciado que “son falsas las acusaciones” contra los ejecutivos de YPFB.

Y en el parlamento, al viejo estilo de banzeristas y movimientistas o miristas, el masismo busca salvar de la censura al ministro Andrés Soliz Rada por el torpe manejo de su despacho. Y eso que todavía no se le está acusando de la ineficacia, imprudencia, impericia y hasta negligencia en las negociaciones que conduce con Petrobras.

Nos queda el consuelo de que quizás el ministro está aprendiendo recién (para desgracia del país) que una cosa es la Economía Política y otra la Política Económica. Soliz Rada menospreció el poderio de Itamaraty y creyó que negociar con Petrobras sería tan fácil como comerse un chicharron.

El “congelamiento” de la nacionalización sigue a esa desgracia que será perder el mercado estadounidense al no renovarse en diciembre el ATPDEA, como todo hace suponer. Mientras tanto el despelote gubernamental trata de ser disimulado con una Asamblea Constituyente de futuro incierto y con tufillo a Caja de Pandora.

En medio de las declaraciones, aclaraciones y rectificaciones palaciegas, no pocos periodistas internacionales que se llenaron la boca ensalzando al primer mandatario indígena de “la Bolivia humilde”, la abrieron ahora al ver la emisión especial de estampillas en su honor, como un cualquier presidente “oligarca” de antaño, y más todavía porque sin rubor alguno declaró monumento nacional la casa de Orinoca en la que nació.

Estos dos hechos, que parecen tan insustanciales, tienen nomás un mensaje negativo porque muestra a los hombres nuevos con hambres viejas. Por esto es trascendente lo dicho por el Cardenal Julio Terrazas en su homilía ante la Virgen de Urkupiña: “...No queremos que termine el hambre de unos para que aparezcan otros hambrientos. No queremos que los humildes se crean tan grandes que atropellen a los que ellos consideran orgullosos...”





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