Hipocresia internacional




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Domingo 5 de abril del 2009


LA HIPOCRESIA INTERNACIONAL

Por Hernán Maldonado

El pueblo venezolano está tomando estos días el trago amargo de su propia medicina al comprobar en carne propia que es muy cierto aquello de que los países no tienen amigos, sino intereses.

Cuando Argentina gemía bajo la dictadura, el líder de la socialdemocracia venezolana, Carlos Andrés Pérez, recibía sobre alfombra roja al general Jorge Videla. ¿El presidente demócrata no sabía de los crímenes que se cometian a diario en ese país?

El mismo Pérez accedió al gobierno excecrando a Fidel Castro, a quien el jefe de su partido, el ex presidente Rómulo Betancourt apodaba "El Chacal del Caribe". Pero una vez en el gobierno lo primero que hizo fue reanudar nexos con La Habana, aún a costa de perder la amistad de su mentor político. Hasta se olvidó de los 50.000 dólares que le dieron exiliados cubanos para su campaña electoral.

En Bolivia funcionaban los campos de concentración de Viacha, Achacachi y Chonchocoro, centenares de bolivianos fueron exiliados, fue aplastado el sindicalismo, fueron clausuradas radioemisoras, etc, pero Pérez se abrazaba en Caracas con el general Hugo Bánzer Suárez.

Ahora en Venezuela Hugo Chávez acusa al principal líder opositor de "asesino", sin ninguna prueba. "Desgraciado, desgraciadito", ruge como un león "te voy a aniquilar", amenaza. El "delito" de Manuel Rosales es haberle ganado a Chávez todas las elecciones, como gobernador del estado del Zulia y como alcalde de Maracaibo, su capital.

Y, claro, como las ideas del petrodictador (por descabelladas que sean) son órdenes para sus cipayos, la fiscalia le inventa malversación de fondos públicos, se le monta una persecución implacabale y lo obligan a pasar a la clandestinidad. La presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, fanática chavista, asegura que si no aparece, se declarará el cargo vacante por abandono del titular.

El ex ministro de Defensa, general Isaías Baduel, que el 11 de abril del 2002 posibilitó el regreso de Chávez al poder tras haber sido derrocado brevemente, es detenido arbitrariamente.

El miedo se apoderó de Venezuela. Como ve que la luz de la libertad se apaga en su país, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, convoca al pueblo a defender la democracia en las calles, dado que todos los poderes públicos han sido secuestrados por Chávez. Podría ser el próximo perseguido.

Ledezma parece haberse dado cuenta de que Venezuela no puede contar con respaldo internacional. Gobiernos de centro, izquierda y de derecha vuelven los ojos a otro lado sobre lo que ocurre en esta hora aciaga en Venezuela. La Carta Interamericana duerme el sueño de los justos.

Y es que lo que vale para los "amigos" del petrodictador es el petróleo que reciben a precios preferenciales, y el convencimiento de que se trata de un gobernante elegido por el pueblo. Pero como pregunta Walter Williams: "¿Acaso la legalidad establece la moralidad? La esclavitud era legal, el apartheid era legal, el stalinismo, el nazismo, las purgas maoistas, todo fue legal. Claramente, la legalidad no justifica esos crímenes".

Sólo cuando Chávez sea un mal recuerdo es que desde el exterior abrirán los ojos hipócritamente. Ya lo vimos anteriormente. Caido en desgracia Videla, se aplaudió desde todos los confines su juzgamiento como un criminal. ¿No pasó lo mismo con el general Augusto Pinochet? De la noche a la mañana se les enrostró su tiranía, aunque para todos no era ningún misterio el vía crucis por el que hicieron pasar a sus pueblos. Así fue antes, así será mañana.





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