Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 24 de septiembre del 2001


GUERRA SANTA Y GUERRA SUCIA

Por Hernán Maldonado


La guerra contra el terrorismo que ha decretado Estados Unidos a nivel mundial, inevitable y lamentablemente, se convertirá a mediano plazo en una guerra sucia dadas las características del rival que opera en la clandestinidad.

Ningún rincón de la Tierra dejará de ser escudriñado en busca de los terroristas. Los latinoamericanos hemos visto que la semana pasada ha sido revivido el Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR) de triste actuación en los años de vigencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

El TIAR, que sospechosamente fue olvidado cuando Inglaterra entró en guerra con Argentina hace 20 años, sirvió en los 70 para la instauración de la cadena de regímenes que hicieron gemir a nuestros pueblos durante la larga noche de las dictaduras militares.

El renacimiento democrático en América Latina en los años 80 virtualmente sepultó al TIAR, mucho más cuando se divulgaron documentos secretos que involucraron a órganos de inteligencia estadounidenses en el sangriento derrocamiento del presidente Salvador Allende.

Ojalá que ahora el renacimiento del TIAR no sirva para retroceder. Hay que luchar contra el terrorismo, sin duda alguna, pero con gobiernos democráticos libremente elegidos, con los uniformados subordinados a ellos, y en lo posible en el marco del respeto a los Derechos Humanos.

Debemos confiar en que, pasada su justificada ira, Estados Unidos reconsiderará su decisión de buscar y enjuiciar y ajusticiar a los terroristas a cualquier precio y donde sea, en una velada amenaza a nuestras soberanías.

El presidente George W. Bush ha sido muy claro. Sancionará a los terroristas y a los que les den refugio. Eso significa que necesitará aliados incondicionales. Asoma el temor de que volverán a tener vigencia las odiadas acciones encubiertas de antaño de sus organismos de inteligencia.

La gravedad de la situación actual no parece ser sopesada adecuadamente en la mayoría de nuestros países. Bush nos ha dicho que estamos con Estados Unidos o con el terrorismo.No hay dónde perderse. Nos alineó en su causa si o si y ojalá sea para la victoria.

Mientras tanto estamos en la lista de perdedores por la crisis económica. Alguien lo dijo ya que, en esta materia, cuando a Estados Unidos le da un resfrío al resto de los países le da pulmonía. De hecho la virtual recesión que vive el coloso del norte pone a nuestras endebles economías en terapia intensiva.

Eso significa a corto y mediano plazo paralización de la producción, disminución de las ventas, quiebra de empresas, cierre de negocios, caída de los precios de las materias primas, desocupación, desempleo, hambre, miseria, malestar social al por mayor.

La cosa es gravísima, a mi modo de ver, y estos días lo que veo en muchos periódicos del continente es la ausencia de análisis sobre lo que se nos viene, distraidos por esa especie de expectativa morbosa sobre lo que hará Estados Unidos en represalia contra los fundamentalistas.

Los talibanes han convocado a la guerra santa y es difícil que su llamado cale hondo en el mundo musulmán donde los radicales son minoría. Con todo, como la guerra va a desarrollarse en múltiples escenarios, los encegecidos fanáticos de Osama bin Laden pueden causar enormes daños a la población civil en Estados Unidos y en Europa.

A los latinoamericanos ya nos lo han hecho. Al hundir más a la economía estadounidense (Sólo la semana pasada 100.000 personas han quedado cesantes) han puesto dinamita en los estómagos de nuestras mayorías nacionales y … han revivido al TIAR.





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