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Miércoles 29 de marzo del 2000


EL FESTIN DE LOS DESCARADOS

Por Hernán Maldonado


Miami - Si uno revisa atentamente los periódicos de los últimos días en Bolivia llegará a la conclusión de que el país está como la Villa de Aranjuez, donde el ratón se come al gato y el ladrón le acusa al juez, es decir todo al revés.

El ex ministro de Defensa, Fernando Kieffer, que tiene varios cargos por responder, ahora en su condición de diputado, y por tanto "inmune", lanza a diestra y siniestra acusaciones hasta contra políticos de su propio partido supuestamente vinculados al caso Diodato. Y Diotado lo acusa a su vez de ser un "inmoral".

Pese a que todavía no ha dado cuentas de por qué compró un avión de lujo con fondos de la ayuda exterior que estaban destinados a aliviar las penurias de las víctimas del terremoto de Aiquile y Totora, y de los dudosos costos de las ayudas por las inundaciones en Tarija, Kieffer se pavonea como uno de los grandes líderes y candidato a la subjefatura de ADN.

El ex ministro de Informaciones, Jorge Landívar, que exigió a través de una fiscal que la Agencia de Noticias Fides violara el secreto profesional, ahora se lanza a acusar de prevaricato al juez que sentenció el sobreseimiento de Diotado. Y Landívar, dueño de un periódico, sin sonrojarse dice que no puede "revelar las fuentes" que lo llevan a pensar mal del juez Roca.

La ex alcaldesa Lupe Andrade, con cuyo voto fue elegido el Chaza y que como presidenta del Concejo Municipal de La Paz debió oponerse a las barrabasadas de Monroy Chazarreta, ahora vuelve como si nada a su labor periodística desde donde, obviamente, dictará normas de conducta.

Oscar Eid Franco, ex presidiario por sus vínculos con el narcotraficante Isaac "Oso" Chavarria, entra y sale del Palacio de Gobierno como el grande hombre público que se cree y al que la prensa nacional le estira sus micrófonos y le abre sus páginas como si de tratara del mejor de nuestros políticos.

Y Eid Franco, a través de la misma prensa como su altavoz, se dispara contra el neoliberalismo, el capitalismo salvaje; despotrica contra la insensibilidad social de la economía de libre mercado, como si precisamente cuatro de sus hombres no fueran los que manejan la política económica del actual gobierno.

Su jefe, Jaime Paz Zamora, regresa al país después de su "sabático" europeo y lo primero que hace es ponerse overol y armado de una carretilla acarrea arena en una escuelita de El Alto, dizque en una labor social, cuando a todas luces es el comienzo de su campaña electoral.

Habla de la gran victoria que obtendrá el MIR el 2002, pero no dice que expulsará de su partido a los corruptos que por comisión han perdido cargos ministeriales en su ausencia, y a otros corruptos, por omisión, que todavía están en la administración pública y que se hacen los locos cuando se trata de cobrar deudas que tienen sus socios gubernamentales con el Estado, como en el caso de la Cervecería.

En medio del general desbarajuste, hasta el juez Alberto Costa Obregón parece haber perdido el sentido de las proporciones al pedir a las fuerzas armadas que arresten a Monrroy Chazarreta, que simplemente se ha hecho gas por nuestra paquidérmica justicia.

La lentitud, incapacidad e ineficacia de nuestro poder judicial es tanta, que hasta ahora no va ni para atrás ni para adelante el juicio contra la ex alcaldesa movimientista Gaby Candia por haber comprado en una millonada, con nuestros fondos, unos terrenos completamente inservibles.

Y el tal Marino Diodato del Gallo, resultó ser más gallo que los nuestros. Uno inevitablemente se pregunta qué puede saber de nuestros políticos para que le tiemblen, al punto que una investigación sobre el funcionamiento de los casinos ilegales duerme el sueño de los justos en el congreso.

Olvidarse del "tano" parece ser la consigna. El presidente Bánzer ha pedido a sus ministros no referirse más al caso Diodato. Una lástima que nuestro ministro del Interior Guiteras se quede con las ganas de "sacarle la mugre" al ex capitán de nuestras fuerzas armadas, eximio instructor de paracaidismo, zar de los casinos ilegales en Bolivia, clonador de teléfonos y experto en labores de contrainteligencia desde el propio palacio de gobierno.

Volviendo al ominoso silencio de nuestros congresistas habrá que decir que tampoco podría pedírseles más dado que socapan vergonzosamente a sus colegas que se hallan bajo severas acusaciones de corrupción, como el propio Kieffer, Tonchi Marincovich, Leopoldo López, etc.

En el caso de estos últimos, la Contraloría estableció sus responsabilidades en negocios turbios, que en buena cuenta les costaron los cargos de ministros, pero nadie entre los diputados ha hablado siquiera de la necesidad de desaforarlos para que encaren los subsiguientes juicios penales.

Eso será como pedir peras al olmo. Ahí esta el caso del diputado Roberto Landívar atrincherado en su inmunidad y que se niega a responder judicialmente por la quiebra del Banco Bidesa. Peor aún, el "honorable" logró que una funcionaria de la Superintendencia de Bancos, organismo que le sigue la causa, fuera la detenida...

¡Ah Villa de Aranjuez!