Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 1 de agosto del 2004


EL LIDERAZGO DE EVO

Por Hernán Maldonado

Hasta poco antes del referendo del 18 de julio hubo un momento en que el liderazgo de Evo Morales parecía finalmente arrancar hacia un prometedor futuro, pero todo ha vuelto a fojas cero.

Morales, aunque con reservas, se subió al carro de la victoria junto con Carlos Mesa y dejó el perfil de agitadores a Jaime Solares, Felipe Quispe, Oscar Olivera y Roberto de la Cruz.

En el plano internacional, gracias al apoyo del presidente Hugo Chávez -- por ninguna razón ideológica y sólo por su ácido antiimperialismo - comenzó a aparecer en la prensa internacional de otra forma que la de simple líder cocalero.

Algunas ONG's le estaban abriendo paso en la vieja Europa como a uno de los líderes emergentes en Bolivia con el potencial de llegar a la presidencia de la república en los comicios del 2007.

Pero sus limitaciones como dirigente político volvieron a emerger al manejar torpemente la delicada situación que se le planteó con motivo de un error de Filemón Escobar en el Senado.

Morales, con una irresponsabilidad mayúscula, acusó a su maestro, mentor e ideólogo de haberse "vendido al imperialismo norteamericano" a raíz de la ausencia de Escobar en una crucial votación del Senado que aprobó la inmunidad de las tropas estadounidenses por delitos cometidos en el extranjero.

"Filippo" pueda que se haya quedado como un transnochado izquierdista, pero es un hombre decente. Siempre lo ha sido. Lo menos que hizo fue renunciar al Movimiento al Socialismo (MAS), dejando el barco del cocalero a la deriva.

Inmediatamente de conocerse los resultados del referendo, Morales los interpretó como una carta blanca para la nacionalización del gas, se lo exigió al gobierno y amenazó, como en sus viejos tiempos, con bloquear caminos si no ve satisfecho "el pedido de las masas".

Ahora, con motivo de las elecciones en el Congreso para designar las directivas camarales y las presidencias de las comisiones, Morales no se aprovecha de su ventaja cuantitativa y prefiere mantenerse al margen, en una jugada que tiene mucho de soberbia absurda antes que de sagacidad política.

Esto parece demostrar que Morales cree en la presión de la calle, en los bloqueos, las manifestaciones, las pedradas y los botellazos, todo lo cual significa que tampoco da una adecuada lectura al mensaje que la ciudadanía escribió con el referendo.

Y todo esto es una lástima porque de una u otra manera había razones para pensar que el movimiento liderado por Morales podía convertirse en una nueva avenida por la que podía transitar la política boliviana.

A Inacio Lula da Silva le costo décadas pasar de dirigente sindical a estadista en Brasil. Para ello debió también quemarse un poco las pestañas, algo que no parece interesar mucho a nuestro líder vernaculo, si nos atenemos al discurso cansoso y repetitivo que debemos escucharle.





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