El final de la gerontocracia cubana




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Lunes 25 de febrero 2013


EL FINAL DE LA GERONTOCRACIA CUBANA

Por Hernán Maldonado

Miguel Díaz-Canel no había nacido cuando la Revolución Cubana se instaló en el poder y en sus 52 años de vida no ha conocido otro presidente que Fidel Castro o su hermano Raúl. Ahora emerge como el eventual reemplazante.

Aparentemente la gerontocracia cubana llegó a la conclusión de que se le acaba el tiempo y, a menos que surjan imponderables políticos o naturales, el 2018 Raúl Castro, que rondará por los 87 años, le entregará el poder abriendo paso a una “nueva” generación.

Castro fue reelegido este domingo para un nuevo periodo por la Asamblea Nacional y aprovechó para anunciar que gobernará por última vez. Díaz-Canel, un ingeniero electrónico y ex ministro de Educación Superior, reemplaza a José Ramón Machado Ventura, de 82 años, como primer vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros.

El “jovencito” Esteban Lazo, de 68 años, reemplaza a Ricardo Alarcón, de 75, quien por 20 años era virtualmente el inamovible presidente de la Asamblea Nacional. Parecen haberlo afectado unos recientes escándalos por corrupción de allegados suyos. Lazo es el único negro en la cúpula de poder.

Raúl Castro probablemente preparará a Díaz-Canel para la sucesión enfrentado a la necesidad de tomar medidas de urgente resolución, como la de ampliar la “apertura” política que se ha insinuado en los últimos tiempos tímidamente con leyes como la reforma migratoria que permite viajar libremente a los cubanos al extranjero.

Sobre el tapete está también la necesidad de ampliar vínculos con Estados Unidos (que se dan permanentemente, aunque de forma disimulada, al aceptar visitas de legisladores estadounidenses) ante la posibilidad de perder de un momento a otro la ingente ayuda venezolana.

La Unión Soviética subsidió por años hasta con $5.000 millones anuales a Cuba. Cuando cesó esa ayuda, el régimen castrista estuvo a punto de hundirse. Fue entonces que apareció para salvarlo Hugo Chávez otorgándole 100.000 barriles de petróleo diarios, que los Castro revenden a precios internacionales.

No solamente eso, sino que Caracas le paga por los 65.000 médicos, maestros, entrenadores deportivos y asesores cubanos que residen en Venezuela. Por si fuera poco, Cuba hace de comisionista para multimillonarias compras que hace Chávez de artículos de primera necesidad.

Con estos fabulosos ingresos es que Cuba salió del “periodo especial” que sumió a su pueblo en epidemias, hambre y desesperación a comienzos de la década del 90 hasta el sol de hoy. Pero como Chávez sufre de cáncer terminal y es incierta la supervivencia del chavismo, Castro está mirando el futuro.

Ahí se inscribe la designación de un “joven” tecnócrata en el segundo puesto más importante de la nomenclatura cubana. Los octogenarios “héroes” de la Revolución Cubana virtualmente emprenden la retirada.

Diaz-Canel apenas tiene alguna experiencia militar pero como miembro del Buró del Partido Comunista ha sido formador de cuadros políticos en las provincias Villa Clara y Holguín. Como ex ministro de Educación Superior sabe dónde está el talento. Se le ha dado la llave y de él depende que sepa abrir las puertas, aunque éstas se hallen aún a cinco años de distancia. Amanecerá y veremos.