Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Jueves 16 de marzo del 2006


POR FIN HABLA EL DICTADOR

Por Hernán Maldonado

Gloria Ardaya, la única sobreviviente de la masacre de dirigentes miristas en la calle Harrington, "era informante" del ministro del Interior, Luis Arce Gómez, lo mismo que Loyola Guzmán, ex correo de Ernesto "Ché" Guevara, según testimonio del general Luis García Meza para un libro que aparecerá dentro de pocas semanas de las autoría de Tomás Molina Céspedes, hasta hace un mes Director Nacional de Prisiones en Bolivia.

Molina Céspedes, ex vocal de la Corte Superior de Distrito de Cochabamba, ha dedicado casi toda su vida al Derecho, pero yo casi estoy convencido que detrás del agudo jurisconsulto se esconde un historiador que ya antes nos entregó varios libros, entre ellos "Ché, el último combate", "Belzú, ¿Quién lo mató? y el polémico "Unzaga: ¿Homicidio o suicidio?"

Como catedrático de la Universidad Católica, junto con un grupo de alumnos, logró entrevistar por primera vez al ex dictador en el penal de Chonchocoro el 12 de noviembre de 1999. Allí muchas preguntas se quedaron en el tintero, por lo que Molina Céspedes se propuso volver a entrevistarlo. Pasaron cinco años antes de que se le presentara la ocasión y naciera la idea de compilar esas memorias.

Cuando publicó el libro sobre Oscar Unzaga fui implacable en mi crítica y le objeté la tesis de homicidio. Creí que Tomás nunca más me pediría algún comentario. Me equivoqué. Ahora durante varias horas me ha hecho escuchar y ver los vídeos de las declaraciones de García Meza.

El ex dictador varias veces anunció que ha escrito sus memorias, pero por razones que él sólo puede explicar, ha pospuesto una y otra vez su publicación. Ahora, al haber accedido a que se le grabe y filme, tácitamente ha autorizado a Molina Céspedes a divulgar esas memorias que tienen que ver con un periodo doloroso de nuestra historia.

García Meza está pronto a ser un octogenario pero no lo parece por su físico ni por su agilidad mental. El hombre que ante el tribunal de la Corte Suprema de Justicia decía que sufría de amnesia, recuerda ahora hasta pequeños detalles, como los días en que fue carcelero en Camiri del ideólogo francés Regis Debray.

Sostiene, a diferencia de los agentes de la CIA que actuaron en Bolivia, Félix I. Rodríguez ("Guerrero en las Sombras) y Julio Gabriel Salvador García García (El Caballero Templario) que fue Estados Unidos el que ordenó a los militares bolivianos el asesinato del "Ché" Guevara.

Culpa al general Hugo Bánzer del golpe militar del 17 de julio de 1980 acusándolo de haberse aprovechado de las fuerzas armadas. Sostiene que nada tuvo que ver con el asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz porque "sólo al día siguiente" de ocurridos los hechos el alto mando lo invistió en la presidencia.

Habla de las estimación que le tenía al malogrado líder, de quien dice que fue su compañero de estudios en colegio, y de la amistad entre las familias respectivas.

Recuerda las circunstancias en que Ardaya y Guzmán se convirtieron en informantes del gobierno. Refiere el pago a Ardaya de 30.000 dólares para que se fuera a Suiza.

El viejo general todavía amenaza con "agarrar a puñetes" a varios de los que le fueron desleales y recuerda, casi con orgullo, la vez en que pateó y corrió a balazos al capitán de fragata Abelino Ribero, su ministro de Sanidad, en pleno despacho presidencial, por un caso de corrupción.

García Meza en dos oportunidades es preguntado sobre los asesinatos del general Joaquín Zenteno Anaya (en Francia) y del ex presidente Juan José Tórres (en Argentina). Los atribuye a órdenes de Bánzer. "Me ratifico. Claro que me ratifico, porque es verdad", dijo.

Acusa a Yolanda Prada, la esposa de Bánzer, de haber sido poco menos quien gobernaba y relata las circunstancias en que ésta le disparó al presidente en el glúteo "al saber que tenia un hijo fuera del hogar". "El general Raúl Tejerina, jefe de la casa militar, fue testigo presencial", aseguró.

Tampoco son felices las expresiones del ex dictador para la expresidenta Lidia Gueiler. Relata que las patadas del coronel Carlos Estrada en la alcoba presidencial, unos días antes del golpe del 17 de julio, fueron producto de los celos. Supuestamente Estrada era un antiguo amigo de la presidenta.

Estrada "entró cuando la señora Lidia Gueiler estaba chupando, farreando con su jefe administrativo, que era un mayor o teniente coronel de la fuerza aérea, más sus edecanes", según García Meza.

De Arce Gómez, su ministro del Interior que recomendaba a los bolivianos "andar con su testamento bajo el brazo" y que está preso en Estados Unidos por narcotráfico, la opinión que tiene García Meza es que "siempre fue arbitrario, abusivo y matón".

"Era tan indisciplinado que cuando era mi ministro casi no lo veía... y si no lo hacia llamar, no aparecía", recordó el ex dictador. Dijo que varias veces le pidió la renuncia, especialmente después "de que su mujer empezó a hablar más de la cuenta" ya que en el ministerio empezó a decirle a la gente: "No se preocupen, pronto mi marido será Presidente".

Pero Arce Gómez sólo fue destituido cuando García Meza fue informado por el comandante del regimento Tarapacá que un alto funcionario de la embajada de Estados Unidos prometió el reconocimiento de su gobierno a cambio de la salida del gabinete de los ministros del Interior y de Educación, (Ariel Coca), de los que se sospechaba que estaban metidos en el narcotráfico.

¿Sabía usted de la amistad de Juan Lechín con Arce Gómez y de cómo éste le facilitó una operación de próstata? o ¿el motivo de la reunión mirista en la calle Harrington? Hay muchas más revelaciones de este tipo en el libro de Molina Céspedes. Sin duda habrá polémica. El pasado vuelve cargado de sus fantasmas virtuales y reales.





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