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Martes, 16 de junio de 1998


¿REGRESARA A BOLIVIA
DANTE B. ESCOBAR?

Por Hernán Maldonado
Especial para la Agencia de Noticias Fides


Miami – Desde que Dante Benito Escobar Plata fue detenido en Argentina, la discusión se ha centrado en si su llegada a Bolivia será más rápida por la vía de la extradición o de la deportación.

Pienso que lo que uno debe preguntarse es si el ex administrador del Fondo Complementario de Seguridad Social de la Administración Pública regresará alguna vez a Bolivia.

Cuando fue detenido por la policia argentina en Mar del Plata, el 14 de mayo, el presidente Hugo Banzer se ufanó de haber hablado directamente con su colega Carlos Saúl Menem, quien supuestamente le prometió recomendar la rapidez del proceso para que el estafador sea enviado a Bolivia.

(Es cierto que nadie puede ser calificado de estafador hasta no recibir sentencia ejecutoriada, pero en el caso de Escobar Plata las evidencias de haberse apropiado de más de 3 millones de dólares son tan abrumadoras, que su caso deja como a unos vulgares ladronzuelos a los implicados en el famoso Caso Calamarca, que hasta ahora era el hecho criminal de mayor envergadura en el país).

Lo que vino enseguida fueron unas chapucerías de tal tamaño que deberíamos esperar sentados el regreso al país del estafador.

Con una precipitación estúpida, la cancillería habló de gestionar la extradición cuando Escobar Plata todavía estaba en una comisaría policial y su detención había sido comunicada al Ministerio del Interior de Bolivia, lo que posibilitó el telefonazo de Banzer a Menem.

Como Escobar Plata aún no había sido puesto a disposición de la justicia ordinaria argentina, Menem formuló su promesa, pero enseguida La Paz anunció el envio de una alta misión de la cancillería para gestionar la extradicion. Obviamente, Menem no podía, hacer nada más, las extradiciones se tramitan a nivel del poder judicial.

El juez Alberto Costa Obregón se había pronunciado por buscar la vía más expedita, la de pedir a Buenos Aires la expulsión del sujeto como un indeseable. Argentina, con el preso aún en manos del poder ejecutivo, se habría visto obligada moralmente a acceder, en reciprocidad, dado que recientemente Bolivia favoreció un pedido similar.

Sin embargo Costa Obregón no encontró el adecuado apoyo del viceministro del Interior Rafael Canedo quien no sólo se negó a proporcionarle los nombres de los indeseables argentinos recientemente expulsados (algo que debía figurar en el exhorto suplicatorio), sino que amenazó groseramente al juez como si Bolivia estuviera viviendo una dictadura.

La expulsión era lo gestionable, no sólo porque había un compromiso a nivel presidencial, sino porque Escobar Plata, por más que hubiera entrado legalmente a Argentina, en el momento de su detención dio un nombre falso y mostraba las huellas de una cirugía estética para cambiar su fisonomía, inequívocas señales de ser un fugitivo.

"Por respeto al país todavía no voy a decir la verdad, pero la voy a decir", dijo desafiante tras su detención, pero más tarde, ya en la seguridad de su celda en la cárcel de Caseros con el apoyo de dos sagaces abogados, insistió en considerarse un perseguido político.

La tésis del "perseguido político" es muy poderosa en una sociedad que todavía no se sacude de las espaldas la sombra de la larga noche de la dictadura de Jorge Rafael Videla y los abogados que contrate el gobierno boliviano deberán ser muy hábiles para convencer de lo contrario al juez de la causa.

Escobar Plata (su apellido materno no es una exageración en relación a sus malhabidas posibilidades económicas) puede pagarse los mejores abogados y ciertamente están muy equivocados quienes piensan que regresará extraditado al país a la vuelta de la esquina.

En Argentina también la justicia tira más del lado de los poderosos. No hace ni cuatro días que el millonario futbolista Diego Armando Maradona fue condenado a poco mas de dos años de cárcel por haber disparado a unos periodistas con un rifle de aire.

Por muy Maradona que fuera, el futbolista debió ser puesto a la sombra, pero el juez dictaminó que la sentencia fuera suspendida, que equivale a cumplirla en casa.

Un caso penal simplísimo fue embarullado por cuatro años con recusaciones de jueces, objeciones de competencia, apelaciones, demandas de falta de jurisdicción, etc, etc, que si no hubiera sido que la prensa no olvidó el caso, esta es la hora que las víctimas hubieran sido las encarceladas.

Aun en el caso de que se produjera una rápida extradición, habrá que cuidar que el hombre que promete "decir la verdad" no corra la suerte del general Hilarión Daza. Es decir que no se produzca otro "Uyuni".