Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 17 de marzo del 2002


EL "EXTREMISTA" ALBERTO COSTA OBREGON

Por Hernán Maldonado


Alberto Costa Obregón, que busca ser el próximo presidente de los bolivianos, hasta mediados del 2000 era apenas un juez de instrucción en lo penal, cuya carrera estaba alumbrada por un sol que parecía no se pondría hasta verlo sentado algún día en la mismísima Corte Suprema de Justicia.

De manera expeditiva había enviado a la cárcel a un puñado de políticos corruptos en medio de los cálidos aplausos de la ciudadanía y de impactantes titulares periodísticos que descubrieron en él, por fin, al juez probo, al juez honesto.

"No tengo aspiraciones políticas, ya me ofrecieron la candidatura para la Alcaldía de La Paz, pero no acepté, no es mi ámbito, no me desarrollo bien", confesó en la entrevista que le hizo el semanario Pulso en su edición del 11-17 de agosto del 2000.

En ese entonces el joven juez estaba conciente de que debía taparse sólo hasta donde le alcanzara la cobija. En eso, el hombre que había encarcelado a Dante Escobar y a Germán Monroy, entre otros, incurrió en unos gruesos errores procedimentales al enviar apresuradamente a la sombra a la ex alcaldesa Lupe Andrade Salmón.

Cuando la Corte Superior del Distrito de La Paz lo llamó al orden, este soldado de la ley se declaró en huelga de hambre, reuniendo tras suyo un ejército de dolientes furiosos, convencidos de que la Corte buscaba anular las acciones profilácticas del más preclaro representante de la justicia boliviana.

Tras la pantomima, Costa Obregón suspendió su huelga de hambre. Aunque políticamente pudo ganar algún punto, el juez penal salió mal parado como hombre de ley. Se le había olvidado que en Bolivia es un delito la tentativa de suicidio. Y la huelga de hambre lo es.

Fuera del mundo jurídico Costa Obregón podía ser un héroe, pero como juez las arenas que pisaba eran movedizas. Por eso, cuando trascendió que no sería ratificado en el cargo, buscó ser nombrado fiscal apelando a artimañas populacheras que incluyeron manifestaciones callejeras. Como tampoco fue nombrado fiscal, entonces se olvidó que la política no era "su" ámbito e incursionó en ella formando su partido Libertad y Justicia, del que ahora es su candidato presidencial.

En los sondeos actuales de intención de voto, Costa Obregón tiene un 10 por ciento. Elevado porcentaje para un novato en política, que solamente se explicaría porque en el país hay un 31 por ciento de indecisos a poco más de tres meses de las elecciones y porque los candidatos de los partidos tradicionales parecen estar en un concurso de nimiedades.

Con todo, lo que Costa Obregón le ofrece al país es una Asamblea Constituyente, que no figura en nuestro ordenamiento legal. Pese a ser letrado, no nos dice qué clase de Estado debe surgir de esa asamblea. El ex juez se ha emborrachado de soberbia. "Me tiene sin cuidado la decisión del Tribunal Constitucional de declarar inconstitucional la convocatoria a una Asamblea Constituyente", dijo el 19 de enero del 2001 a la agencia Jatha, cuando aquel organismo subrayó la ilegalidad de su propuesta.

Hace un mes en Santa Cruz declaró que "son unos estúpidos los bolivianos" que no lo conocen cuando un periodista local le advirtió que fuera de La Paz, su nombre sonaba como el de una galaxia lejana. El temperamental candidato, adalid de lo que llama la "democracia participativa", tampoco parece proclive a consultar con sus allegados políticos temas de campaña.

Sólo así se explica la enorme gafe de la semana pasada cuando decidió, junto con Evo Morales, Marcos Domic y Cristina Corrales, demandar si o si la convocatoria a una Asamblea Constituyente y que el presidente Jorge Quiroga, rompiendo el marco constitucional, prorrogue su mandato por un año. Cuando Quiroga y el país político le dieron un rotundo no, Morales y Domic dieron un paso al costado, y dejaron a Costa Obregón y Corrales charlando sobre pajaritos preñados.

Para entenderlo mejor, una tarea por demás dificil, quizás valga la pena releer parte de la entrevista de Costa Obregón con Pulso, semanario que se preguntaba cómo es que un hombre que no cree en la justicia boliviana pudo ser uno de sus jueces más populares.

Y ahora más. Debería decirnos como candidato qué haría para que sean compatibles sus ideas de "democracia participativa" con la democracia representativa, columna dorsal de nuestro actual ordenamiento jurídico que este "extremista" (así se autocalifica en Pulso) pretende destruir.





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