50 AÑOS DE PERIODISMO

Por Hernán Maldonado

Aunque mi primera "asignación periodística" data del 17 de junio de 1955, en realidad empecé en ésta

1958

hermosa profesión unos meses más tarde, el 1 de noviembre, con apuntes de una hemorragia de partidos de fútbol en el estadio frente a la Plaza San Martín, en Miraflores. Mi esfuerzo de ocho de la mañana a cinco de la tarde aparecía en la edición de los lunes de El Diario, en no más de dos centímetros de columna, bajo el título de: "Resultados de la Liga Obrera".

1963 1970 1984 1996

De manera pues que esta semana cumplo 50 años en este trajín que me ha permitido realizarme, como quizás no habría podido hacerlo como abogado, mi otra profesión.

La primera vez que exhibí una credencial periodística fue en junio de aquél año cuando el jefe de la sección deportes del diario paceño, don Julio Borelli, me mandó a cubrir la lucha libre, que se realizaba en un pequeño local de la Plaza Pérez Velasco y donde el organizador y luchador Severino Trujillo (El Verdugo) se ufanaba de que el principal diario de la ciudad acreditara un "periodista", ocupante de la única mesa y silla de la "tribuna de prensa".

En ese tiempo, ya víctima del virus periodístico, me preguntaba si yo alguna vez podría emular al uruguayo Ricardo Lorenzo (Borocotó) quien sacó a luz esos días su libro "25 años en el deporte", narrando sabrosas anécdotas de su largo quehacer.

Y la verdad es que ni me acordé cuando cumplí ese cuarto de siglo, que coincidió con mi adaptación en Estados Unidos, luego de ser transferido por la United Press International (UPI) de su oficina de Caracas a su central en Nueva York.

Ahora, en este 50 aniversario, ya en el retiro tras haber renunciado hace apenas unas semanas a la corresponsalía de la agencia alemana DPA en Miami, y con sólo artículos en mi página electrónica Tierralejana.com, vuelco los ojos agradecidos a mi familia que miles de veces renunció a mi compañía comprendiendo mi enajenación periodística.

Un agradecimiento especial al inolvidable don Julio Borelli quien me introdujo en la profesión y con quien hice la primaria y secundaria del periodismo, y al padre José Gramunt, que me dio el grado universitario.

A Enrique Durand y Herman Beals, dos jefes entrañables de UPI, que me permitieron ser su enviado especial a múltiples campeonatos mundiales de fútbol, natación, boxeo, juegos olímpicos, panamericanos, centroamericanos, conferencias internacionales, viajes papales, golpes de estado, etc, etc.

Al compatriota Juan Carlos Salazar, "mi corresponsal" en Camiri de Radio Fides durante el juicio a Regis Debray, actual jefe del departamento latinoamericano de la DPA en Madrid, que me tiró el salvavidas cuando a mis 62 años ya me era difícil conseguir trabajo y me devolvió la alegría de volver a ser "agenciero".

Hay muchos más a quienes agradecer, pero corro el riesgo de ser injusto al olvidar el nombre de alguno. Para todos ellos simplemente un gracias que sale del fondo del corazón.

En el largo camino he hecho muy pocos amigos, pero cada uno de ellos vale oro para mi. Ese el caso de Carlos Tovar Gutzlaff, ex magistrado de la Corte Suprema de Justicia, que todavía cree que pude seguir con brillo sus pasos, lo mismo que Víctor Hugo Tejerina Velásquez, jefe de doctorado en Derecho de la Universidad de Piracicaba, Brasil, o de Mario Lema Prieto, que fue mi subteniente cuando hice mi servicio militar. A estos dos últimos no he visto en persona desde hace 35 años, pero nunca hemos interrumpido nuestra correspondencia.

En todos estos años he visto de todo y lo he escrito. Desde lo grandioso y sublime a lo grotesco y mezquino y aunque de este "medio cupón" sólo 15 años ejercí en Bolivia, nunca cerré la puerta definitivamente.

En los años 70, en una de las innumerables tertulias en Caracas con el ex presidente Hernán Siles Zuazo, una vez me preguntó: "Tocayo ¿Cuál ha sido su mayor satisfacción periodística?

"Realmente no lo sé doctor", le dije, aunque creo que fue cuando fui el primero a través de Radio Fides de confirmar la muerte del "Ché" Guevara. Si hoy me volviera a preguntar, le diría lo mismo. Dejaré que la respuesta la den ustedes cuando uno de estos días, si la salud todavía lo permite, resuma mis vivencias de 50 años en el periodismo.