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EL CICLISMO EN PAÑALES
Por
Hernán Maldonado
Con esa idea en mente "internacionalizó" desde hace dos años la Doble
Copacabana que acaba de cerrar una nueva edición con una asistencia récord de
participantes foráneos.
La masiva participación de ciclistas y público mostró el enorme poder de
convocatoria que tiene Pérez con radio Fides, de la que es su director, pero
también puso al desnudo la incapacidad de nuestros dirigentes deportivos.
En Bolivia el ciclismo competitivo ha sido poco menos que inexistente,
salvo quizás la Doble Oruro que se corría allá por los años 50 y en la que
eran legendarias las hazañas del orureño Cornelio Parihuancollo.
Sin embargo nunca nos ha faltado la Federación Nacional de Ciclismo,
cuyos dirigentes poco hicieron para sacar a este deporte de su letargo. Los
contados ciclistas que nos representaron internacionalmente prácticamente
eran unos "autodidactas", sin ningún o escaso apoyo técnico y logístico y
obviamente los fracasos se contabilizan por montones.
Entonces aparece Pérez con la idea y la Doble Copacabana se
institucionaliza. Es el esfuerzo de un hombre que tiene fe en que las cosas
se pueden hacer y que pueden tener éxito. Ya es hora, entonces, de que
aparezca la Federación, y le ponga el hombro a Pérez.
La Doble Copacabana debe ser obra de instituciones, no de personas para
evitar que al desaparecer éstas, desaparezca aquella.
Además, si Pérez quiere que la prueba sea reconocida internacionalmente
como una de las del calendario de la Unión Ciclística Internacional, el
concurso de la Federación es sine qua non, porque la UCI se entiende con
ella, no con particulares.
Por otra parte, cabe mencionar que la cobertura de la prensa nacional e
internacional ha sido decepcionante, como prueba de que el ciclismo está
todavía en pañales en el país.
En las pruebas por tiempo, muy difícilmente los relojes se equivocan. Por
eso resultaba exagerado que se dijera, por ejemplo, que nuestro crédito
máximo Genaro Agostopa, se alzaría con la victoria.
Otros diarios y algunos despachos de la agencias noticiosas alegremente
pronosticaron que los ciclistas desarrollarían velocidades promedio de 60
kilómetros por hora (el promedio del ganador fue 47 kph), confundiendo y con
mucho el ciclismo de pista con el de ruta.
En las Vueltas a Colombia, al Táchira (Venezuela), a Venezuela, a Chile,
hay premios de montaña dignos de su nombre, a veces con puntos de ascenso que
van desde los 400 metros sobre el nivel del mar a los 1.800 o más.
¿Puede considerarse con propiedad en la Doble Copacabana alguno como tal?
Quizás la subida desde la Hoyada a El Alto, aunque la extensión de sólo 12
kilómetros era más bien un típico prólogo y una papita frita para los
colombianos.
Nadie pareció advertir las enormes diferencias de las bicicletas de los
ciclistas foráneos y los nuestros. A los efectos prácticos fue como correr
con un Chevrolet de los 50 con un Honda Accord 99.
Y lo que es más importante, no se puede poner a moros y cristianos en el
mismo saco. Si no hay diferencia entre profesionales y amateurs, el año 2050
seguiremos leyendo que "los colombianos volvieron a triunfar".
En la prueba que acaba de finalizar se embolsillaron 8,000 dólares al
acaparar todos los premios, excepto uno, y lo que aparece como un logro de
cada quien, no lo es tanto. No me extrañaría que de la suma total, los cuatro
se repartieron por partes iguales.
El ciclismo de ruta no sólo es esfuerzo individual, sino de equipo. Por
ejemplo, cuando hay que controlar a los fugados, cuando se propician falsos
ataques para agotar al adversario, cuando se trabaja para el que debe ganar
la etapa, etc, etc. Y los colombianos están curtidos en estos menesteres,
pese a que ni siquiera figuran entre los de primer nivel en su país, es decir
con el potencial de correr actualmente en Europa.
De manera que los colombianos no hicieron sino pasearse en la Doble
Copacabana. Todos ellos son profesionales y su fama para escalar montañas,
que ya es legendaria, les tiene bien ganado el apodo de "escarabajos" que
ostentan con orgullo.
Este martes empezó en Uruguay el preolímpico de ciclismo y hay una lista
de 500 ciclistas proscritos. Tampoco participan las potencias ciclísticas del
mundo (30 de hombres y 21 de mujeres). Si se les dejara participar a estos
profesionales, los otros jamás tendrían oportunidad de llegar a los Juegos de
Sidney.
Por supuesto que no es discriminación, sino fair play. Lo mismo debe
ocurrir en la Doble Copacabana, porque sino seguiremos asistiendo a un
concurso de lectura entre un tuerto y un ciego.
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