Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 3 de septiembre del 2006


SE LE MUEVE EL PISO A CHAVEZ

Por Hernán Maldonado

A principios de agosto el presidente Hugo Chávez estaba tan seguro de su reelección que decidió emprender una cruzada mundial en busca del voto para que un venezolano ocupe desde octubre un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Con un Consejo Nacional Electoral (CNE) en sus manos, del que se sospecha puede manipular electrónicamente las máquinas de votación, y el asqueroso inflamiento del registro electoral a 17 millones de electores en un país de 26 millones de habitantes, el coronel hinchaba el pecho altivo.

Sus opositores estaban divididos tras 11 candidatos y había una colosal masa decidida a abstenerse al pensar que en la Venezuela de Chávez nadie puede ganar una elección en las condiciones que impone el CNE. En diciembre del 2005 ya un 83 por ciento de los electores se abstuvo y Chávez se apoderó así de los 176 asientos del parlamento.

El gozo de Chávez no mermó ni siquiera cuando el procaz cómico nacional "El Conde del Guácharo" (Benjamín Rauseo) lanzó su candidatura atrayendo tras suyo una gran cantidad de votantes de barriadas populares, donde precisamente el militar-presidente dice tener los mayores apoyos.

Pero resulta que a principios de agosto la oposición decidió presentar a un candidato único y los 11 aspirantes opositores se unieron tras el gobernador del estado del Zulia, Manuel Rosales y el piso ha empezado a movérsele a Chávez, porque la candidatura de su rival sube como la espuma de una fresca cerveza.

Chávez, que por meses anunció 10 millones, revisó sus cifras y ahora dice que ganará por seis millones. Seguro de su victoria, emprendió por China, su 110 viaje al exterior desde que asumió el mando en 1999, en un recorrido que lo ha llevado por 58 países, en los que ha gastado 43 millones de dólares y ha estado ausente del país 407 días.

En su ausencia, el alcalde metropolitano Juan Barreto, en un discurso pronunciado en la catedral de la cultura de Venezuela, el Teatro Teresa Carreño, explicó lo que quiere decir Chávez cuando promete implantar en el país el "socialismo del Siglo XXI".

Barreto, uno de los máximos pontífices del chavismo, dijo que a los adversarios "fascistas les meteremos el stalinismo hasta por el c...", amén de despotricar contra "la putrefacta clase media embrutecida por el dinero".

Chávez regresó el viernes de su gira por China, Malasia, Siria, Angola, Cuba y contrariamente a otras épocas, su discurso fue seguido con desinterés.

Y es que el hombre que construye refinerias en Ecuador, Brasil, Siria, Jamaica, financia cooperativas quebradas en Uruguay y Argentina, que construye cuarteles en Bolivia y regala y erige escuelas y hospitales en Mali, Indonesia, Angola, Líbano, Argelia, Cuba, etc, aparentemente no cae en cuenta que en su propio país no hay ni algodón en los hospitales, que hay escuelas sin pupitres, que han cerrado 5.000 fábricas desde 1999 y que cree que hacer gobierno es despilfarrar la enorme riqueza petrolera en limosnas traducidas en bolsas de comida, convirtiendo en mendigos y dependientes del régimen a millones de venezolanos.

Tras su "triunfo" en diciembre, prometió convocar a un referendo para que el pueblo lo pueda reelegir indefinidamente "porque las revoluciones llegan para quedarse". También repitió de que las elecciones próximas son entre Chávez y "el representante de George W. Bush".

Rosales, que de 12 puntos en julio pasó a un 35 por ciento en las intenciones de voto, está convirtiéndose en un fenómeno electoral. Ahora mismo estaría a 12 de Chávez, sin que se haya medido aún el impacto en las clases medias tras el discurso de Barreto. Rauseo le ha prometido endosarle sus votos si en diciembre no está más arriba que él en las encuestas.

Chávez, antes de viajar la próxima semana a Cuba a la reunión de los No Alineados, quizás averigue por dónde andan los tiros. Tiene todavía muchas cartas en la mano, algunas de ellas tenebrosas. Como Rosales ha prometido que no sólo ganará, sino que cobrará, cabe preguntarse si el comandante ¿se animará a patear el tablero?





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