Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 29 de julio del 2007


SOBRE UNA MONTAÑA DE CADAVERES

Por Hernán Maldonado

"Demasiadas muertes ha habido en nuestro país. Demasiadas vidas están amenazadas nuevamente", ha advertido el pasado fin de semana el cardenal Julio Terrazas al convocar a los bolivianos a luchar "por la libertad sin andar ocultando bajo la manga las nuevas esclavitudes que se van sembrando", de modo "que seamos capaces de defender la vida con claridad".

Y yo creí que había exagerado cuando hace 15 días escribí (Ni por obra de Mandrake) que sólo sobre una montaña de cadáveres podría repetirse en Bolivia el modelo que le ha dado, hasta ahora, muy buen resultado al teniente coronel Hugo Chávez para erigir su petroimperio en Venezuela.

Veamos. Chávez no pudo doblegar al empresariado, pues creó una organización paralela a Fedecamaras; como el sindicalismo (cuyo líder Carlos Ortega fue encarcelado, se fugó de un penal militar y vive actualmente en el exilio) le dijo no a la autocracia, Chávez fundó un movimiento obrero afín. El periodismo se opuso a su plan hegemónico, pues "compró" o acalló a más de un medio y sembró el país de diarios, radios y televisoras propias.

Sin que le tiemble la mano despidió a 20.000 empleados y trabajadores de PDVSA. Cientos de esos profesionales trabajan actualmente en 21 países, mientras la gallina de los huevos de oro acaba de ser declarada en emergencia porque la ineficiencia y la corrupción no se pueden ocultar más.

Chávez ha descabezado a las Fuerzas Armadas, aprovechándose en mucho del frustrado golpe del 11 de abril del 2002 y como sospecha que no puede contar con 100 por ciento de lealtad, afloja generosamente la billetera (el 5 de julio aumentó en un 30 por ciento los sueldos) y, lo que es más importante para él, está armando un milicia paralela con el nombre de Fuerza Territorial, que ya cuenta con 100.000 hombres.

Este año se le ha ocurrido que los militares deben presentarse o aceptar órdenes de sus superiores gritando "Patria, Socialismo o Muerte". Ignora que eso no significa que los ha ideologizado, porque como dice mi colega Rafael Poleo los militares limpian también las letrinas cuando se les ordena, sin que eso certifique su devoción por la asepsia.

Estas recetas que funcionan en Venezuela con un generoso despilfarro de los petrodólares buscan ser puestas en vigencia en Bolivia por el régimen de Evo Morales, discípulo de Chávez y autoproclamado "nieto" de Fidel Castro. La criminal proclama divisionista y racista entre tharas y qharas, en un país mayoritariamente mestizo, fue apenas el comienzo.

El régimen aplaudió en Achacachi a los "ponchos rojos" de los fusiles Mauser, con lo que alebrastó al extremismo cruceño, ya exacerbado con la amenaza de los "talibanes" de El Alto de repetir la tragedia de Terebinto.

Los sangrientos hechos de enero en Cochabamba (cuyo molde trató de repetirse la semana pasada en Tarija) revelan la demagógica visión oficial de una oligarquía de la Media Luna sur-oriental ansiosa de mantener sometido por otros 500 años a los pueblos aymara-quechua occidentales.

La Asamblea Constituyente, llamada a ser el crisol en el que se fundiría la nacionalidad del nuevo Estado boliviano, ha sido manoseada de tal manera que ciertamente el país pareciera encaminado a atomizarse en 36 naciones, a aumentar un poder suprainstitucional de la mano de los "movimientos sociales", dividir al Poder Judicial (con una "justicia" originaria paralela) y pare de contar.

Por todo esto es necesario poner mucha atención a la preocupante advertencia que hizo el cardenal Terrazas. Desde hace ya muchos siglos que los profetas recomiendan: El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oíga. Amén.





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