Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




Regreso al comienzo




Gracias por
firmar el libro
de visitas




Artículo
anterior






Opiniones




Libros




CHAT ROOM
Tema Libre

Domingo 6 de abril del 2008


BOLIVIA EN LA ENCRUCIJADA

Por Hernán Maldonado

En las próximas tres semanas Bolivia retoma el diálogo que conduce al entendimiento y la paz o raya la cancha para un enfrentamiento del que nada bueno puede surgir. Todas las cartas están sobre la mesa y gobierno y oposición, paradójicamente, sólo pueden apuntarse la victoria retrocediendo en sus pretensiones.

El gobierno debe admitir la inconstitucionalidad de la Carta Magna parida por sus adeptos bajo el amparo de la noche, convocar a una nueva constituyente; derogar los decretos que despojan de sus fondos legítimos a prefecturas, así como la absurda e incomprensible ley que prohibe las exportaciones de algunos productos de consumo masivo.

Por su parte los opositores políticos y regionales deben comprometerse a la suspensión de sus referendos autonómicos hasta que sea aprobada la nueva Carta Magna, que debe ser la que regule el alcance de esas autonomías.

Si no hay un acuerdo, al gobierno de Evo Morales sólo le queda imponer sus criterios por medio de la fuerza, empezando por el Estado de Sitio, y la militarización de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, principalmente, porque de no hacerlo implicitamente aceptaría el gérmen de un Estado dentro del Estado boliviano, algo completamente peligroso a la unidad del país.

En el exterior, hasta en grandes medios de comunicación se está confundiendo la autonomía que lideriza Santa Cruz con soberania. No son lo mismo. La primera tiene que ver con descentralización administrativa, autogestión. La soberania es independencia, algo que logró, por ejemplo, Kosovo. Otra cosa es que si la testarudez avanza, el peligro es que los autonomistas quieran también ser soberanos.

Cuando el gobierno decidió vender su alma al teniente coronel Hugo Chávez ("Mi comandante", Morales dixit) le compró a cambio su política confrontacional que dividió su país en dos y Morales hace lo mismo en Bolivia, oponiendo a Oriente con Occidente, a indios contra mestizos. Chávez tuvo éxito y ya está una década en el poder. Morales en poco más de dos años coquetea con la guerra civil.

En casos de grandes amenazas a la patria han sido las fuerzas armadas las que preservaron su unidad. Chávez neutralizó a los militares institucionalistas dándoles de baja, enviándolos a sus casas en reposo permanente, nombrándolos en cargos gubernamentales o llenándoles los bolsillos con toda clase de prebendas.

Morales no podía obrar de otra manera. En el primer día de su gobierno descabezó la cúpula militar, mandó a retiro prematuro a dos promociones, repartió dinero venezolano so pretexto de mejorar instalaciones militares y ahora también les nombra en cargos públicos o les encarga labores civiles, como hornear pan para la venta callejera (En Venezuela los militares se han vuelto expertos en vender pollos y verduras). Morales también los manda a la frontera, no a cuidarlas, sino para evitar la exportación de aceite, aunque usted no lo crea.

La pobredumbre del régimen de Chávez, tan pronto como a principios del 2002, fue expuesta con la renuncia al ministerio del Interior de su mentor político y brazo derecho Luis Miquilena. Lo mismo acaba de hacer Alex Contreras, el vocero presidencial de Morales, arquitecto de su imagen exterior y artífice de su triunfo electoral.

En lo que es una atroz coincidencia, Contreras (como Miquilena en aquél tiempo) denunció la existencia en el gobierno de Morales de una tendencia a dividir el país, de una propensión a la violencia, de un afán por liquidar la libertad de expresión, del fomento de la corrupción y de tergiversar la verdad.

Contreras dijo que no revela más detalles de su renuncia para no causar un "tsunami político". Difícil saber si el ya hondamente atribulado país le agradece o se lo reprocha.





!-- Piwik -->