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Lunes 13 de enero del 2014


LA DEVALUADA IMAGEN PRESIDENCIAL

Por Hernán Maldonado

En pocos días más, de no ocurrir algo inesperado, visitará Bolivia Mario Vargas Llosa para algunas charlas y, básicamente, para un recorrido turístico por la Chiquitania boliviana que floreció en manos de los jesuitas entre 1582 y 1767.

El escritor vivió gran parte de su niñez en Bolivia, donde se afincó su familia debido a la persecución política en Perú, su país natal. El actual Premio Nobel de Literatura, aprendió a leer y escribir en Cochabamba y tan caros son sus recuerdos que más de una vez se le escuchó decir: “Soy medio boliviano”.

Cuando volvió Perú y terminaba su adolescencia fue a visitarle su tía boliviana Julia Urquidi, 10 años mayor que él. Vislumbrando la férrea oposición de su padre, Mario se escapó con Julia para casarse clandestinamente. Todo esto es relatado exquisitamente por Mario en su libro “La tía Julia y el Escribidor”.

Cuando ya la pareja vivía en Francia, Mario se enamoró de su sobrina, que había llegado a París de visita, de manera que el matrimonio se rompió. Tras publicarse “La tía Julia y el Escribidor”, la ex esposa, que era secretaria en la presidencia de Bolivia, le respondió con otro libro: “Lo que Varguitas no dijo”.

Es el testimonio de la mujer que se sintió utilizada, traicionada. Vargas Llosa todavía no había llegado a las alturas de la fama que le esperaba al doblar la esquina, mientras Julia, desenvolviéndose en los altos círculos de la política y la sociedad boliviana podía darse por realizada.

El que dos personas hayan decidido ventilar sus cuestiones sentimentales en público es cosa de ellos y pienso que así lo entendieron la mayoría de los críticos literarios porque no hubo aplausos ni condenas a los dos libros, en el entendido de que se trataba de cosas privadas.

Vargas Llosa tuvo sus veleidades con la izquierda internacional pero después se decepcionó y entonces afloraron sus ácidos críticos, no de su literatura, sino de sus posiciones políticas. El mismo hace unos años incursionó sin éxito en la política como candidato presidencial peruano.

Convertido en mordaz crítico de los regímenes autoritarios, tuvo encontronazos con Hugo Chávez, quien lo desafió a un debate creyendo que el escritor se echaría para atrás. Cuando éste le aceptó el reto, Chávez reculó diciendo que “solo debatía con presidentes…”

Pero el sátrapa venezolano le dedicó toda una cadena nacional para tratar de desprestigiarlo y permaneció callado cuando uno de sus “intelectuales”, Earle Herrera, ridiculizó a Mario atribuyéndole la autoría de “La tía Julia y el carburador”.

En vísperas de su visita a Bolivia, el presidente Evo Morales, curándose en salud, ataca también a Vargas Llosa al que llama “dinosaurio liberal” y “político fracasado”. Le invitó a ponerle rosas a la tumba de Julia Urquidi porque ella “se sintió muy herida, muy traicionada porque él la abandonó y se casó con su sobrina…”

¿Cómo queda la majestad presidencial ante un asunto trajinado en dos libros y que atañen a cosas muy personales? No hace poco Morales amenazó a un periodista con divulgar sus relaciones extramaritales, molesto por la pregunta de éste. ¿Qué más queda?