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Domingo 28 de diciembre del 2014


ATENTADO CONTRA EVO MORALES

Por Hernán Maldonado

¿Cuándo se le perdió el respeto a Evo Morales? Cuando él mismo (con sus dichos y hechos) devalúo la imagen presidencial, podría ser la respuesta. Ahora un juez de Cochabamba trata de restaurar el respeto que se merece un primer mandatario nacional.

La noticia, quizás por el feriado navideño, pasó para los medios nacionales bajo la mesa, no así para la prensa internacional que destacó que Morales virtualmente tuvo que huir de una poblada nada menos en un territorio que se considera suyo: El Chapare cochabambino.

Si lo ocurrido hubiera sido en Venezuela, esta es la hora en que los medios oficialistas estarían denunciando a los cuatro vientos un "intento de magnicidio". En Bolivia, donde el gobierno también es devoto de la hegemonía comunicacional, la sangre no llegó al río. Algo raro.

Morales, autoritario como es, ha decidido nombrar a dedo a los candidatos de su partido para las elecciones regionales (subnacionales, la llaman en Bolivia, aunque la palabra no figura en el diccionario de la Real Academia). Hasta el martes pasado le había ido bien.

Algunas discordias fueron aplastadas por el aparato propagandístico del gobierno, abocado a respaldar los caprichos del mandante, así sea manoseando inclusive la eventual visita del papa Francisco a Bolivia en 2015, noticia lanzada por Morales y de la que no habla con mucho entusiasmo (porque seguramente no tiene seguridades de un 100 por 100), la Jerarquía Católica.

(Recordemos que el Papa ni siquiera tiene programado un viaje a Argentina, su país natal, sino hasta el 2016 cuando se celebrará en Tucumán el Congreso Eucarístico Nacional y el Bicentenario de la Independencia Nacional).

El martes pasado Morales acudió al Chapare, cuyos sindicatos de cocaleros lo tienen como su presidente desde hace más de 10 años, para anunciarles los candidatos a las alcaldías lugareñas. Algunos cocaleros se disgustaron con la "dedocracia" y pidieron ser ellos quienes los nombren. Morales fue abucheado y confrontado porque los asambleístas lo veían ahí, no como mandatario nacional, sino como líder sindical.

Ante el alboroto, Morales decidió dejar la reunión, a lo que se opusieron algunos cocaleros que exigieron se le impidiera la salida. Hay versiones de que el vehículo blindado presidencial fue blanco de una serie de objetos lanzados por los asambleístas más enardecidos.

Ahora el juez Leandro Diaz ordenó la detención de los cabecillas de la asonada, Elmer Lizarazu y Herbert Valencia, acusándolos de los delitos de "instigación a delinquir, asociación delictiva, organización criminal, impedir y estorbar el ejercicio de funciones, privación de libertad y atentado contra el Presidente". Casi nada, pues.

Realmente parece una exageración para lo que simplemente fue una falta de respeto al cargo. ¿Pero quién se los buscó: El Presidente o el líder sindical? Y lo paradójico es que haya ocurrido en una zona de gente incondicional a Morales, tanto que alguna vez él aseguró que las mujeres embarazadas del lugar pintan sus barrigas con el lema: "Evo cumple". Así nomás son las cosas.

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