Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 23 de abril del 2006


ASI EMPEZO TODO

Por Hernán Maldonado

Hace ya casi ocho años que el teniente coronel Hugo Chávez conquistó una inobjetable victoria en las elecciones venezolanas aprovechándose del desencanto de un pueblo cansado de las marramucias de los politiqueros tradicionales. ¿Bolivia está en esa ruta?

Chávez, aclamado por las multitudes, culpó de los males de su país al imperialismo, las multinacionales y el neoliberalismo. Prometió, además, "freir en aceite hirviente las cabezas" de sus opositores y contrariando al Código Penal autorizó solemnemente el 4 de febrero de 1999: "Si un hombre tiene un niño enfermo y no tiene como comprarle la medicina, o la comida, ese hombre puede robar o hasta matar".

Las cifras oficiales dicen que en los últimos siete años han muerto 70.000 personas en asesinatos, homicidios y atracos, una prueba elocuente de que en Venezuela se han incrementado la pobreza y la desocupación, a pesar de la friolera de 240 millones de dólares que recibe diariamente el gobierno por la venta de petróleo al "satán" norteamericano.

Chávez no sólo se inauguró despotricando contra sus enemigos políticos, sino que se lanzó frenético a la liquidación de la IV República convocando a una Asamblea Constituyente para refundar el país, que supuestamente iba a alumbrar de otra manera el sol cotidiano en el atribulado país.

En ese afán no esperó ni siquiera la aprobación de la nueva Constitución, sino que se lanzó a la captura del poder judicial, obligando la renuncia de personalidades como su presidenta Cecilia Sosa. Cuando no pudo doblegar al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), se valió de su relativa mayoria parlamentaria para aumentar de 12 a 32 el número de supremos.

Ahora cuando Chávez acude al foro es recibido a los gritos de "¡uh, ah, uh, ah Chávez no se va!", en una preclara demostración de la "independencia" del más alto tribunal judicial del país.

Como no pudo doblegar a la oposición parlamentaria que clamaba por un Consejo Nacional Electoral apolítico, urdió que se empatanara la designación en la Asamblea Nacional y fuera el TSJ el que nombrara a sus cinco miembros. Y ya sabemos como el CNE manipuló las cifras del referendo revocatorio y los subsiguientes procesos electorales que obligaron a la oposición en diciembre pasado abstenerse y entregarle a Chávez los 167 puestos del parlamento. Los informes de la OEA y la Unión Europea son precisos sobre las causas que llevaron a un 83 por ciento (73 por ciento según el régimen) de los electores a abstenerse en esos comicios.

La fiscalia general, la contraloria, la defensoria del pueblo, cayeron en manos chavistas. La huelga del 2002 fue la excusa perfecta para Chávez para apoderarse de la empresa petrolera PDVSA. Casi 20.000 trabajadores y empleados especializados fueron echados y el gobierno resolvió manejar directamente las finanzas de esa enorme caja de ingresos fiscales sin controles directos del Banco Central.

La breve destitución de Chávez en abril de ese año le sirvió para descabezar la Fuerza Armada Nacional, al poderoso movimiento obrero encarcelando a su máximo líder Carlos Ortega y para anular al sector empresarial, parte del cual obscenamente no se resigna a quedarse fuera de la lluvia de millones petroleros.

El único sector que sólo a medias ha sido doblegado es el periodístico. A pesar de la "ley mordaza", que prohibe a las radios y televisoras informar en horas de 8 de la mañana a 11 de la noche de hechos violentos, de usar malas palabras y de manifestaciones contra el régimen, todavía hay atisbos de libertad de prensa. Obviamente la "ley mordaza" no rige para las decenas de radios y televisoras que el régimen ha puesto en funcionamiento y que se denominan "medios comunitarios".

So pretexto de hacer más eficiente el servicio, el régimen ha intervenido las policías. La PTJ, por la que desfilaron ilustres criminalistas, y cuyo logo fue llevado hasta Bolivia, fue cambiado al de Cipcic y todos sus principales detectives y profesionales fueron dados de baja y jubilados para ser reemplazados por adictos al régimen.

Los opositores no sólo tienen que hacer frente a la Guardia Nacional en caso de manifestaciones, sino que una primera barrera a pasar son los grupos armados de los combativos y recalcitrantes círculos bolivarianos que operan a la manera de un "estado mayor del pueblo", como vimos el pasado fin de semana en La Paz.

Bueno, así comenzó y así está la cosa en Venezuela.





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