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13.9.06

Y pensar presidente...

Carta 6
Y pensar, presidente, que las revoluciones
terminan en los palacios de gobierno!
Ruber Carvalho

Quienes apostaban que el descenso electoral de más de 200.000 votos que tuvo en las elecciones de julio ( en México podrá ser una gota de agua en un turril, pero en Bolivia son dos baldadas) con relación a las presidenciales de diciembre no era más que un descanso para tomar impulso, ahora saben que se equivocaron de medio a medio. Nunca nadie de tan alto perdió tanto en tan poco tiempo. Sus colaboradores y Ud. lo saben, presidente. Es que cuando en política se comienza a cometer equivocaciones tras equivocaciones sin el menor intento de autocrítica y enmienda, no hay milagros ni fórmulas mágicas que detenga más temprano que tarde una caída sostenida. Y es que su “revolución”, presidente, se está quedando en un gran batidillo de montoneras sociales inorgánicas, formadas a imagen y semejanza de los sindicatos cocaleros que dieron origen a su partido. El hecho de llamarlas “movimientos” sociales no significa nada sino tienen un contenido más allá del tumulto. Luego vinieron las agendas de las que ya no queda ni la memoria de los muertos, ni se sabe el paradero de sus actores principales. A continuación aparecieron los que siempre aparecen: los ex de todos los partidos que fueron parte activa de los jolgorios neo-liberales. Ahí están, con nombres y apellidos, sin en el menor rubor en el rostro, posando para la foto del cambio que no cambió nada.
Todas las revoluciones terminan en el palacio de gobierno, es una frase en una novela del mexicano Carlos Fuentes. La revolución nace en los sueños, en la pasión por las utopías y se desparrama en las calles, en las plazas, en las barriadas ( hasta en los cafés); se la promueve en los mercados, en los talleres y las fábricas, aunque se la distorsiona en los sindicatos por los eternos caciques de militancia variopinta; se la escribe con carbón y sangre en los muros, en los baños públicos, en las cárceles, en las hojas clandestinas, pero termina indefectiblemente en los decretos de la Gaceta Oficial. Así ha sido a lo largo de la historia a pesar de lo que digan los “especialistas” de las realidades nacionales, expertos en diagnósticos pero incapaces de encontrar las soluciones. Una vez en palacio( sólo se gobierna desde los palacios) la revolución , desde los balcones, saluda a quienes pasan a denominarse las “bases” que, como en todas las revoluciones, sirven para vitorear y alzar en hombres al caudillo que desde lo alto saluda a la chusma, la plebe, la muchedumbre a la que un día llamó hermanos o compañeros y ahora desfilan ante su trono con el puño izquierdo en alto o la mano derecha extendida, haciendo la V con dos dedos o el pulgar levantados, como un símbolo virtual de que las ideas no están en la mente sino en el movimiento autómata de los brazos y los dedos de la mano.
Esa es la vida, presidente, así habían sido las revoluciones. Sin palacios no hay poder que tomar, no hay donde reposen las ideas y los sueños que después se fosilizan; ni más ni menos lo que se ve en la galería de los retratos presidenciales: napoleones y togados mestizos adornados de bandas y medallas que un día soñaron con sus propias revoluciones. Todo eso que Ud. lo vive desde hace ocho meses sin incómodas agendas que ya son historia, y la historia la escriben los vencedores, dirán sus cortesanos. Pero, ojo! que en ese marco gris del poder, la tentación de superar a Maquiavelo para gobernar para siempre es como el Sida, incurable. “A la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria” se nos enseñaba en los tiempos de la protesta contra el sistema, ahora se recurre a la mentira “revolucionaria”, siguiendo el consejo del ministro favorito de Hitler, de repetir mil veces la misma mentira para que aparezca como verdad absoluta, como lo testimoniaba su ministra minimizando inútilmente el paro contundente de los cuatro departamentos que piden el respeto a la ley y los Constitución; o Ud. mismo cuando dijo que el paro era contra la nacionalización de los hidrocarburos y la Constituyente como si la mentira no tuviera patas cortas como aseguran nuestras sabias abuelas..
Hace algún tiempo, cuando y comenzaban a presentarse las primeras huellas de soberbia y triunfalismo en el MAS, le hacíamos recuerdo de la necesidad de leer a Mandela, uno de los hombres símbolos del S. XX y lo sigue siendo en el XXI. Mandela ( que no lo recibió en su visita a Sudáfrica) luchó su vida entera desde la calle y desde la cárcel, donde pasó gran parte de su vida, contra la más repudiable segregación racial que sufrió su país y su gente con el apartheid impuesto por los blancos. Pero Mandela no luchó contra los blancos sino contra el apartheid. Por eso Sudáfrica sigue siendo un país grande, asimiló los avances tecnológicos y científicos que dejó la colonia y juntos, blancos y negros, entendieron que ese país es la patria común de ambos. Porque originario es el que nace en cualquier parte del mundo. Pero eso, lamentablemente no lo saben en su partido, presidente.
Le hicimos recuerdo de la lucha del Subcomandante Marcos en México a la cabeza de su ejercito zapatista que reclama la ciudadanización del indio mexicano y no el reconocimiento de su calidad indígena. “Eso somos, y no necesitamos que alguien que no seamos nosotros nos lo reconozca”, dice Marcos.”Lo que queremos es se nos reconozca como mexicanos con los mismos derechos y obligaciones de los demás”, acota. “El día que nos hagamos partido político, ese día comenzaremos a corrompernos como todos los partidos del sistema y nuestra lucha será por cargos públicos y prebendas”. Pero el MAS y Ud. querían el poder a como de lugar para reclamar de sus parentela mestiza la deuda social de los 500 años traducida en cargos y prebendas, sin considerar que todos tenemos los mismos derechos que el resto de los bolivianos, 100% oriundos de este país.
Usted., presidente, no leyó a Mandela ni le interesa la ciudadanización indígena que propone el zapatismo. Ud. quiere el poder para mirar desde los balcones a la gente que antes lo miraba desde esos mismos balcones. Ud. quiere la sustitución de los unos por los suyos, que en realidad son una minoría racial. “Las minorías deben respetar a las mayorías” es el nuevo cliché que acaba de lanzar al mercado del absurdo su oblicuo vicepresidente, en contradicción flagrante a lo que la propia Naciones Unidas de la que Bolivia forma parte sostiene; y es que en democracia no sólo hay que respetar a las minorías, sino que debemos respetarnos todos. Acuérdese de que cada ciudadano vale un voto. En ese volver a los 500 años vamos a llegar todavía más allá, cuando en el salvajismo los débiles sucumbían ante los fuertes hasta que se convirtieron en esclavos? No tiene miedo que otra vez los quechuas se los coman a los aymaras?
“Las minorías deben respetar a las mayorías” dice recién ahora su vicepresidente cuando el MAS no pudo arrasar con el 70 u 80% que Ud. pedía en su campaña electoralista en julio pasado. Se acuerda presidente, que la ley de convocatoria fue festejada hasta con música y baile en el hall de su palacio? En qué momento se invirtió la pirámide de la racionalidad democrática y eclosionó la dictadura? Acaso en democracia no debemos respetarnos todos? Acaso el reconocimiento a las minorías no es una premisa humana y un derecho universal reconocido por las naciones civilizadas? O es que bajo esa premisa ultra reaccionaria debemos acabar con las minorías homosexuales, con los enfermos de Sida, con los viejos, con los enfermos incurables, con los judíos y los negros? En nuestro país, donde el mestizaje abarca un 75% de la población, qué haremos con las minorías que hizo desfilar el 6 de agosto en la capital de la república?
Usted, presidente, se impuso en las elecciones presidenciales con el 54%, bajó a 50,5% en las de julio, cree Ud. por ventura que en estos momentos de tanto despelote, confusión, huelgas y bloqueos, de tanto desconocimiento a los acuerdos que Ud. mismo firma y desconoce en cuestión de días o de horas, alcanzaría un porcentaje parecido aún considerando que no existe oposición que le haga frente? Porque más allá de las encuestas, existe una cuestión de percepción política, de tomarle el pulso a la efervescencia social del descontento y el desencanto. Y lo que se ve ahora en este enrarecido horizonte político son los nubarrones de una dictadura sindical amorfa e incolora. Confundir la patria con el gobierno es tan peligroso como torpe. Que no se tenga la tentación de confundir a Bolivia con un sindicato, sabiendo que no hay sindicatos democráticos ni aquí ni en parte alguna del planeta. En el fondo y en la forma ningún poder tampoco lo es. No existe líder, caudillo o cacique que esté al margen de la tentación totalitaria que ofrece el menú del poder en su primera página. En nuestra historia sindical, desde Lechín a Solares, pasando por los que Ud. escoja han sido o son totalitarios; lo del despotismo, es simplemente cuestión de oportunidad que ójala su gobierno no la busque o se cure a tiempo.
Si Ud. haya pensado como los grandes de la democracia universal; si haya conocido a Mandela, si haya leído sobre la lucha de Gandhi, tendría que haber sabido que con odios, con revanchismo, con exclusión, con irrespeto, con intolerancia, con falsear la historia o la realidad, con irracionalidad, con cinismo, con racismo, con totalitarismo, no se gana ni el poder ni la gloria. Su descenso es la mejor muestra que sus cortesanos, más preocupados por sus pegas no le avisaron que va de bajada. Las miluchadas, los desfiles folklóricos, su casa y sus estampillas, son sólo folklore político y nada más, presidente, tan pasajeros como el poder y la poca gloria que pueda cosechar si lo hace bien. Pero nada más. Sus cortesanos, en lugar de esbozar un programa de gobierno, se abocaron a falsas teorías indigenistas con un desconocimiento brutal de la realidad boliviana y una ridícula y torpe visión hegemónica de una pretendida visión aymara, en la que los aymaras nada tienen que ver y son utilizados como muñequitos de Alasita para experimentos de antropología esotérica. Lo utilizaron a Ud. desde el primer día porque saben que sin Ud. son nadie; recuerde aquella ceremonia improvisada y bufa- escoltado por un presidente eslavo- en una supuesta reminiscencia de la ascensión al trono de los incas, pasando por alto que los incas se entronizaban en Cuzco y no en Tiahuanaco. Y lo hicieron infalible aunque con línea telefónica directa con Chávez y Fidel para las consultas del caso.
Pero Fidel, presidente, fue una figura relevante junto al Ché en la lucha de su pueblo contra el imperio que hizo de Cuba su patio trasero y su burdel, pero no supo envejecer como Mandela. Chávez, antes de que hiciera de Bolívar su lugarteniente, subió también al poder como Ud., con una aceptación pocas veces vista. Iba a acabar con la corrupción de quienes se dilapidaban el poder desde hacía décadas ; pero se volvió loco y Venezuela le quedó chica, y en su locura de ser más que el Libertador y “liberar” América se farrea el petróleo venezolano, mientras en 7 años de gobierno no ha solucionado el problema de la pobreza, la corrupción, el desempleo y la inseguridad ciudadana; anda con el país cada vez más dividido y peleándose con todo el mundo. Nosotros, en tanto, somos un país pobre, pobrísimo y mediterráneo, vivimos prácticamente de la limosna internacional, nos mantenemos por la buena racha de la situación internacional de los mercados, así como lo que nos mandan nuestros paisanos pobres que se van a limpiar baños a Europa y de la cocaína que está en su nivel máximo ( si la coca no es cocaína, de que nomás se hará?). Cuba tuvo a la URSS y ahora a Venezuela. Nosotros no tenemos ni perro que nos ladre.
Es hora de volver a la cordura, presidente, de buscar el sentido común de las cosas que anda perdido por ahí, de encontrar la serenidad y la palabra pacífica para sentarnos a dialogar como la gente; es quizá el momento de bajar los escalones del palacio y mirar con sinceridad a ese edificio sin estilo, antipático, ófrico, feo, lleno de mala historia y malos recuerdos para los bolivianos. Ese edificio que sólo sirve para firmar decretos, planear zancadillazos u otras “revoluciones”, lanzar discursos vacíos, y donde los presidentes dejan de llamarse compañeros, para volverse “excelencias”, como lo anuncia a Ud. su impertérrito vocero. Es hora de ver la realidad, de respetar y respetarnos. Ud. dice que es de la cultura del diálogo, pero en realidad es del monólogo que cambia según el tiempo y la coyuntura, de ahí los silbos, los abucheo que ya comenzaron como una muestra de esa merma de respeto a su propia magistratura. Y en lugar de reconocer errores, agravios innecesarios, Ud. arremete contra una supuesta oposición desestabilizadora que sabe que no existe y se empeña en darle el protagonismo que no tiene. Se da cuenta, presidente, que es Ud. mismo el que nos pone como alternativa de poder a esa oposición que fue incapaz de gobernar durante 180 años?
Del cambio que prometió sólo queda el cambio que ustedes sufrieron al volverse igual a los otros. Y es que el racismo nazi no es sólo había sido complejo de los arios alemanes sino también de los indígenas aymaras. Cuando venimos a enterarnos! La raza humana es una sola, presidente, con variedad de culturas y de lenguas que caminaron ene l tiempo por montañas, valles, pampas, selvas y desiertos, esa es su riqueza, esa es su alma y su colorido, no atente contra ella queriendo hegemonizarnos bajo una sola y encima, minoritaria. “No hay tierra como mi tierra / ni madre como la mía”, decía el poeta; no intente atropellar a la poesía y a los sentimientos más íntimos y nobles del ser humano , presidente. Los sentimientos que se sienten por la tierra en que se nace y por la madre que uno tiene.
Ud. sabía presidente, que los aymaras, como todas las tribus del mundo al comienzo de las eras, eran también un pueblo nómada buscando agua, alimento y cobijo? De qué parte de Asia serían originarios antes de cruzar el estrecho de Bering al igual que los mayas, los guaraníes, los caribes, los mojeños o los araucanos? No le parece presidente, que es hora ya de terminar con el “originarismo” folklórico que no pasa ni en la primaria? Vivimos en un mundo diferente al de hace 500 o 5000 años, presidente, imposible vivir sin los adelantos de la tecnología y la ciencia de la modernidad, imposible encerrarnos en una cueva y evitar interrelacionarlos los unos con los otros. Ud. cree por ventura que el ayllu de hoy era mejor que el de hace 600 o 900 años? Ud. cree que la hojota de los quechuas sobre el pescuezo de los aymaras era más suave que la alpargata de los españoles o la bota de los ingleses o de los norteamericanos? Es hora de dejar de llorar por lo que no pudimos hacer en 500 ni en 180 años. Nuestra guerra no es contra la cultura en la que su gobierno se halla empeñado a falta de un programa, sino contra el subdesarrollo, contra el hambre y la miseria, por la dignidad y la libertad del ser humano dondequiera que se encuentre, como diría el Ché. Rectificar no es debilidad, sino inteligencia.
Una última, presidente, acaba de anunciar Ud. mismo que los seis prefectos que están contra su proyecto han querido derrocarlo. Grave la denuncia de ser cierta y peor si se esconde la verdad completa. Siendo que los prefectos no están en ninguna línea constitucional de sucesión para reemplazarlo en el cargo, o bien están dementes para suponer que uno de ellos asumiría la presidencia ( con qué, cómo, cuándo y dónde, y desde qué palacio?) o están comprometidos con alguien de su entorno que sí puede acceder a su silla. De ahí que habría que suponer que en la supuesta conjura tendría que estar uno de los tres dignatarios que están en esa categoría sucesoria: el vicepresidente, el presidente del Senado y el presidente de los diputados, respectivamente. No hay otra, presidente., y antes de que nos disparemos en con las cinchas en las verijas, con estados de sitio, toques de queda, presos, y Ud, ande fusilando sus camisas ( o chamarras) como Melgarejo, el país tiene que saber de qué se trata el show.
Es que es como dice la novela de Fuentes, presidente, las revoluciones terminan en el palacio de gobierno donde se gestan otras que van a parar ahí mismito.